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Lamentaciones

Lamentaciones 4

Cuarto lamento acróstico

El profeta

1 ¡Perdió el oro su brillo!

¡Quedó totalmente empañado!

¡Por las esquinas de las calles

quedaron regadas las joyas del templo!

2 ¡Oro puro! Así se valoraba

a los habitantes de Jerusalén,

¡pero ahora no valen más

que simples ollas de barro!

3 Bondadosas se muestran las lobas

cuando alimentan a sus cachorros,

pero las crueles madres israelitas

abandonan a sus hijos.

4 Reclaman pan nuestros niños,

pero nadie les da nada.

La lengua se les pega al paladar,

y casi se mueren de sed.

5 En las calles se mueren de hambre

los que antes comían manjares;

entre la basura se revuelcan

los que antes vestían con elegancia.

6 Cayó Jerusalén, pues hapecado

más de lo que pecó Sodoma.

¡De pronto se vino abajo

y nadie pudo ayudarla!

7 Increíblemente hermosos

eran loslíderesde Jerusalén;

estaban fuertes y sanos,

estaban llenos de vida.

8 Tan feos y enfermos se ven ahora

que nadie los reconoce.

Tienen la piel reseca como leña,

¡hasta se les ven los huesos!

9 Afalta de alimentos,

todos mueren poco a poco.

¡Más vale morir en la guerra

que morirse de hambre!

10 ¡Destruida ha quedado Jerusalén!

¡Hasta las madres más cariñosas

cocinan a sus propios hijos

para alimentarse con ellos!

11 El enojo de Dios fue tan grande

que ya no pudo contenerse;

le prendió fuego a Jerusalén

y la destruyó por completo.

12 ¡Terminaron entrando a la ciudad

los enemigos de Jerusalén!

¡Nadie en el mundo se imaginaba

que esto pudiera ocurrir!

13 Injustamente ha muerto gente

a manos de profetas ysacerdotes.

Dios castigó a Jerusalén

por este grave pecado.

14 Juntos andan esos asesinos

como ciegos por las calles.

Tienen las manos llenas de sangre;

¡nadie se atreve a tocarlos!

15 En todas partes les gritan:

«¡Fuera de aquí, vagabundos!

¡No se atrevan a tocarnos!

¡No pueden quedarse a vivir aquí!»

16 Rechazados por Dios,

los líderes y sacerdotes

vagan por el mundo.

¡Dios se olvidó de ellos!

17 Una falsa esperanza tenemos:

que un pueblo venga a salvarnos;

pero nuestros ojos están cansados.

¡Nadie vendrá en nuestra ayuda!

18 Se acerca nuestro fin.

No podemos andar libremente,

pues por todas partes nos vigilan;

¡nuestros días están contados!

19 Aun más veloces que las águilas

son nuestros enemigos.

Por las montañas y por el desierto

nos persiguen sin descanso.

20 La sombra que nos protegía

era nuestro rey;

Dios mismo nos lo había dado.

¡Pero hasta él cayó prisionero!

21 Esto mismo lo sufrirás tú,

que te crees la reina del desierto.

Puedes reírte ahora, ciudad de Edom,

¡pero un día te quedarás desnuda!

22 No volverá Dios a castigarte,

bella ciudad de Jerusalén,

pues ya se ha cumplido tu castigo.

Pero a ti, ciudad de Edom,

Dios te castigará por tus pecados.

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Lamentaciones

Lamentaciones 5

Quinto lamento

El pueblo de Jerusalén

1 Dios mío, fíjate en nuestra desgracia;

date cuenta de que nos ofenden.

2 Nuestras tierras y nuestra patria

han caído en manos de extranjeros.

3 Nos hemos quedado sin padre;

nuestras madres han quedado viudas.

4 ¡Hasta el agua y la leña

tenemos que pagarlas!

5 El enemigo nos persigue.

Nos tiene acorralados.

6 ¡A nuestros peores enemigos,

tenemos que pedirles alimento!

7 Pecaronnuestrosantepasados,

¡y Dios nos castigó a nosotros!

8 Los esclavos se creen reyes,

¡y no podemos librarnos de ellos!

9 Para conseguir alimentos,

arriesgamos la vida en el desierto.

10 Tanta es el hambre que tenemos

que hasta deliramos.

11 En todas nuestras ciudades

violaron a nuestras mujeres.

12 No respetaron a nuestros jefes;

¡los colgaron de las manos!

13 Nuestros jóvenes y niños

cargan leña como esclavos.

14 Ya los jóvenes no cantan

ni se reúnen los ancianos.

15 No tenemos motivo de alegría;

en vez de danzas, hay tristeza.

16 ¡Pobres de nosotros!

Por el pecado perdimos el reino.

17 Vamos perdiendo las fuerzas;

estamos a punto de morir.

18 El monte Sión ha quedado desierto;

solo se ven animales salvajes.

19 Pero tú, Dios nuestro,

reinas para siempre.

¡Tú eres nuestro rey!

20 ¿Por qué te olvidas de nosotros

y nos abandonas tanto tiempo?

21 ¡Déjanos volver a ti, y volveremos!

¡Devuélvenos el poder que tuvimos!

22 En verdad nos diste la espalda;

¡se te fue la mano!

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Ezequiel

Ezequiel 1

1-3 Mi nombre es Ezequiel hijo de Buzí, y soysacerdote. Fui llevado prisionero a Babilonia, junto con el rey Joaquín y muchos otros israelitas. Cinco años después, Dios me habló y me hizo sentir su poder y me permitió ver algunas cosas que iban a suceder. Estaba yo junto al río Quebar. Era el día cinco del mes de Tamuz del año treinta.

Ese día pude ver que el cielo se abría

4 y que se aproximaba una gran tormenta. Un fuerte viento soplaba desde el norte y trajo una nube muy grande y brillante. De la nube salían relámpagos en todas direcciones, y de en medio de la nube salía un fuego que brillaba como metal pulido.

5 Luego salieron cuatro seres muy extraños.

6-14 Sus piernas eran rectas; sus pies parecían pezuñas de toro y brillaban como el bronce pulido. Cada uno tenía cuatro alas, y en sus cuatro costados, debajo de las alas, tenían brazos y manos humanas. Extendían dos de sus alas para tocarse entre sí, y con las otras dos alas se cubrían el cuerpo.

Los seres tenían también cuatro caras. Vistas de frente, tenían apariencia humana; vistas del lado derecho, parecían caras de león; por el lado izquierdo, parecían caras de toro, y por atrás parecían caras de águila. Como el espíritu de Dios los hacía avanzar, se movían de un lado a otro con la rapidez del relámpago, pero siempre hacia delante. Nunca se volvían para mirar hacia atrás.

Estos seres brillaban como carbones encendidos; parecía como si en medio de ellos hubiera antorchas moviéndose de un lado a otro, o como si de un fuego muy brillante salieran rayos de luz.

15 Mientras yo los miraba, vi que en el suelo había una rueda junto a cada uno de ellos.

16 Las cuatro ruedas eran iguales, y brillaban como las piedras preciosas. Todas ellas estaban entrelazadas, como si formaran una estrella.

17 Eso les permitía girar en cualquier dirección, sin tener que volver atrás.

18 Pude ver también que los aros de las cuatro ruedas tenían ojos alrededor. Eso me llenó de miedo.

19-21 Y como el espíritu de Dios estaba en los seres y en las ruedas, los hacía avanzar en la dirección que quería: hacia delante, hacia arriba o hacia atrás.

22 Por encima de las cabezas de estos seres había algo muy brillante, parecido a una cúpula de cristal.

23-25 Debajo de esa cúpula, los seres se movían y extendían totalmente dos de sus alas para tocarse entre sí, lo que causaba un ruido muy fuerte, semejante a un mar embravecido. Y cuando se detenían, cerraban sus alas. Mientras tanto, con sus otras dos alas se cubrían el cuerpo. Entonces podía oírse por encima de la cúpula un fuerte ruido, como si allí estuviera acampando un gran ejército. ¡Era como oír la voz del Dios todopoderoso!

26 Sobre la cúpula de cristal había una piedra preciosa, que tenía la forma de un trono. Sobre ese trono podía verse la figura de un ser humano.

27-28 De la cintura para arriba brillaba como el metal derretido; de la cintura para abajo, brillaba como el fuego. ¡Era como ver el arco iris después de un día lluvioso! Entonces me di cuenta de que estaba contemplando a Dios en todo su esplendor, y me arrodillé hasta tocar el suelo con la frente, en actitud deadoración. Entonces escuché una voz que me hablaba.

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Ezequiel

Ezequiel 2

1 Era la voz de Dios, y oí que me decía: «Ezequiel, hombre mortal, levántate, que quiero hablar contigo».

2 En ese momento sentí que algo dentro de mí me hacía levantarme, y pude oír que Dios me daba este encargo:

3-4 «Tú, Ezequiel, llevarás de mi parte un mensaje a los israelitas. Son un pueblo muy desobediente, se parecen a las naciones que no confían en mí. Tanto susantepasadoscomo ellos y sus hijos son muy rebeldes, necios e incorregibles. Hasta el día de hoy son así.

»Voy a enviarte a ellos, para que les digas lo que yo quiero que hagan.

5-8 Es muy posible que no te hagan caso, pues son muy rebeldes; pero no te preocupes. Lo importante es que se den cuenta de que no les ha faltado quien les hable de mi parte. Y aunque te parezca que estás rodeado de espinas o en medio de alacranes, tú no les tengas miedo ni te espantes por lo que te digan, ni por la cara que te pongan. Ellos son muy rebeldes, pero tú no seas como ellos. Al contrario, obedece siempre todo lo que yo te ordene.

»Para empezar, abre la boca y come lo que te voy a dar».

9 Entonces vi una mano que tenía un librito; esa mano se extendió hacia donde yo estaba,

10 y comenzó a abrir ese librito delante de mis ojos. Y pude ver que el libro contenía mensajes de luto, de dolor y de tristeza.

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Ezequiel

Ezequiel 3

1-4 Entonces Dios me dijo: «Ezequiel, cómete este libro, y llena tu estómago con él». Yo tomé el libro y me lo comí, y su sabor era tan dulce como la miel. Después, Dios me dijo:

«Quiero que lleves un mensaje para el pueblo de Israel.

5-6 No te estoy enviando a países donde se hablan idiomas desconocidos para ti. Pero si lo hiciera, la gente de esos países te haría caso.

7 En cambio, los israelitas, a pesar de que hablan tu idioma, son tan necios y rebeldes que te van a ignorar, como me han ignorado a mí.

8 »Sin embargo, yo haré que seas tan terco como ellos. Y mientras menos caso te hagan, más insistirás tú en que te escuchen.

9 Te haré más duro que los diamantes y las piedras. Así que no te espantes ni les tengas miedo, por más rebeldes que sean».

10 Dios también me dijo:

«Apréndete de memoria todo lo que voy a decirte, y repítelo al pie de la letra.

11 Ve al lugar donde está prisionera la gente de tu pueblo, y dales este mensaje de mi parte. Si te hacen caso, bien; si no te hacen caso, también».

12-14 Cuando el esplendor de Dios comenzó a retirarse de donde estaba, escuché detrás de mí un ruido muy fuerte, parecido al de un terremoto. Ese ruido lo hacían aquellos seres extraños. Lo hacían sus alas al tocarse unas con otras, y también las ruedas que estaban a su lado. Y pude oír que alguien decía con fuerte voz: «¡Benditosea en su templo nuestro gran Dios!»

Entonces, algo dentro de mí me hizo levantarme y me sacó de allí; era como si Dios me hubiera tomado fuertemente de la mano. Yo estaba muy molesto y enojado.

15 De pronto me vi en Tel Abib, que está a la orilla del río Quebar. En esa ciudad estaban los israelitas que habían sido sacados de su país, y allí me quedé entre ellos siete días, sin saber qué hacer ni qué decir.

Dios pone a Ezequiel como vigilante

16 Pasados los siete días, Dios me dijo:

17 «Ezequiel, tu tarea será mantenerte siempre vigilante y decirles a los israelitas que están en grave peligro. Tan pronto como yo te diga algo, tú deberás decírselo a ellos.

18 »Si yo le anuncio a alguien que va a morir por causa de su mala conducta, y tú no se lo adviertes, esa persona morirá por causa de supecado, pero el culpable de su muerte serás tú.

19 »En cambio, si tú le adviertes que debe apartarse del mal, y no te hace caso, esa persona morirá por causa de su pecado, pero tú no serás culpable de nada.

20 »Puede ser que una persona buena deje de hacer el bien y haga lo malo. Si yo la pongo en peligro de muerte, y tú no se lo adviertes, morirá por causa de su pecado, y no tomaré en cuenta lo bueno que haya hecho antes. Pero el culpable de su muerte serás tú.

21 En cambio, si le adviertes y deja de pecar, seguirá con vida, y tú quedarás libre de culpa».

Ezequiel se queda mudo

22 Mientras yo estaba allí, Dios me hizo sentir su poder y me dio esta orden: «Levántate y ve al valle. Allí te diré lo que tienes que hacer».

23 Así lo hice. Y cuando llegué al valle, vi de nuevo a Dios en todo su esplendor, como lo había contemplado a orillas del río Quebar. Yo me arrodillé paraadorarlo,

24 pero algo en mí me hizo levantarme. Entonces, Dios me dijo:

«Ve a tu casa, y quédate allí encerrado.

25 Debes saber que te van a atar, y no podrás caminar libremente entre la gente.

26 Como los israelitas son muy rebeldes, voy a hacer que te quedes mudo. La lengua se te pegará al paladar, y no podrás reprenderlos.

27 Volverás a hablar cuando yo lo decida, y entonces les darás mi mensaje. Unos te harán caso, y otros no. Pues bien, el que quiera oír, que oiga, y el que no quiera oír, que no lo haga.

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Ezequiel 4

La destrucción de Jerusalén

1 »Ezequiel, toma un molde de barro fresco y dibuja en él la ciudad de Jerusalén.

2 Dibuja también un ejército a su alrededor, dispuesto a conquistarla con escaleras y máquinas para derribar murallas. Dibuja además una rampa, para que los soldados puedan subir a la muralla.

3 »Después de eso coloca una lámina de hierro entre la ciudad y tú, como si la lámina fuera una muralla, y haz como si estuvieras por atacarla. Esto será una señal para los israelitas.

4 »Luego te acostarás sobre tu lado izquierdo, para representar el castigo que la gente de Israel va a recibir por suspecados.

5 Quédate así durante trescientos noventa días, que son los trescientos noventa años que ellos pecaron.

6 »Pasado ese tiempo, te acostarás sobre tu lado derecho, para representar el castigo que va a recibir la gente de Judá. Te quedarás así durante cuarenta días, que son los cuarenta años que ellos pecaron.

7-8 »Yo te ataré con cuerdas, para que no puedas moverte ni a un lado ni a otro, hasta que se complete todo este tiempo de sufrimiento. Cuando cumplas con esto, te volverás hacia Jerusalén y extenderás la mano, como amenazando a la ciudad, y les advertirás a todos que ella será destruida.

9 »Durante los trescientos noventa días que estarás acostado sobre tu lado izquierdo, comerás de la siguiente manera: En un recipiente mezclarás trigo, cebada, habas, lentejas, mijo y avena para hacer una masa.

10-12 Encenderás un fuego con estiércol humano en vez de leña, y delante de todos prepararás un pan con la masa. Todos los días, a la misma hora, comerás un cuarto de kilo de ese pan, y beberás medio litro de agua».

13 Para terminar, Dios me dijo: «Cuando yo disperse a los israelitas por todo el mundo, esta es la clase de comida contaminada que tendrán que comer».

14 Yo protesté, y le dije:

—Dios mío, yo nunca he comido nada contaminado, pues tú me rechazarías. Nunca he comido la carne de los animalesimpurosque nos has prohibido comer. ¡Ni siquiera cuando era niño lo hice!

15 Pero Dios me contestó:

—Está bien. En vez de encender el fuego con estiércol humano usa estiércol de vaca.

16 Pronto verás que habrá muy poca comida en Jerusalén. Tú y los demás tendrán que conformarse con solo un poco de pan y un poco de agua. Aun así, comerán y beberán esto con mucho miedo y angustia,

17 pues les angustiará ver cómo se les acaban el pan y el agua; les llenará de espanto ver a sus hermanos morirse poco a poco. Y todo esto les pasará por causa de sus pecados.

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Ezequiel 5

1 Luego Dios me dijo:

«Ezequiel, hombre mortal, toma una navaja afilada y córtate el pelo de la cabeza y de la barba. Toma luego una balanza y pesa el pelo en tres partes iguales.

2 Cuando Jerusalén haya sido conquistada, irás al centro de la ciudad y quemarás allí una tercera parte del pelo. Otra tercera parte la cortarás con una espada y la esparcirás alrededor de la ciudad. La tercera parte restante la arrojarás al viento, para que el pelo se esparza por todos lados. Por mi parte, yo los perseguiré para destruirlos.

3 »Un poco de ese pelo lo atarás al borde de tu capa,

4 y otro poco lo quemarás en el fuego. Esta será la señal de que todo el pueblo de Israel será quemado.

5 »Puedes estar seguro de que cumpliré mi palabra. Yo hice que Jerusalén fuera el centro de todas las naciones; yo la hice el lugar más importante de la tierra.

6-9 Pero Jerusalén fue más rebelde que las naciones y los pueblos vecinos; no se comportó como las otras naciones, sino que fue peor que ellas, pues desobedeció mis leyes y mismandamientos.

»Puesto que Jerusalén se ha portado así, yo declaro que me pondré en contra suya. Yo soy el Dios de Israel. La castigaré por su horrible maldad; la castigaré delante de todas las naciones, como nunca antes lo hice ni lo volveré a hacer.

10 »Cuando yo declare culpables a sus habitantes, tendrán tanta hambre que los padres se comerán a sus hijos, y los hijos se comerán a sus padres. A los que logren escapar con vida, los dispersaré por todo el mundo.

11 »Juro que acabaré con todos los habitantes de Jerusalén. No les tendré compasión. Yo soy el Dios de Israel. Puesto que no respetaron mi templo, sino queadorarona susídolosodiosos y siguieron con su maldad,

12 la tercera parte de ellos morirá de hambre y de enfermedad. ¡Caerán muertos en las calles de la ciudad! En los alrededores, otra tercera parte morirá atravesada por la espada. Y a la tercera parte restante la dispersaré por todo el mundo, aunque no dejaré de perseguirlos para destruirlos.

13 »Yo los castigaré con furia, y cuando mi enojo se haya calmado, reconocerán que yo, el Dios de Israel, soy un Dios muy celoso que cumple su palabra.

14-15 »Cuando haya descargado mi furia contra Jerusalén, la dejaré completamente destruida. Al verla, todos los pueblos vecinos se burlarán de ella. Y aunque la insultarán y la ofenderán, también se espantarán al ver el castigo tan duro que le mandé, y aprenderán la lección. Yo, el Dios de Israel, cumpliré mi palabra.

16-17 »No les enviaré comida, así que morirán de hambre. Mandaré animales salvajes, para que devoren a sus hijos. La guerra y las enfermedades acabarán con los habitantes de Jerusalén. Yo, el Dios de Israel, cumpliré mi palabra».

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Ezequiel 6

Mensaje contra los que adoran ídolos

1 Dios me dijo:

2 «Ezequiel, hombre mortal, dirige la mirada hacia las montañas de Israel, y dales de mi parte el siguiente mensaje a los que van aadorarallí:

3 “¡Ustedes, que adoran dioses falsos en las montañas de Israel, presten atención a mi mensaje! Voy a destruirlos a todos, junto con los pequeños templos donde adoran a esos dioses.

4-6 Haré pedazos los altares y los hornillos donde quemanincienso; cualquiera que se acerque a uno de esosídolosmalolientes caerá muerto allí mismo, y alrededor de su altar dispersaré sus huesos. Destruiré por completo las ciudades; ¡destruiré todo lo que los israelitas han construido!

7 Y cuando vean caer muerta a tanta gente, reconocerán que yo soy el Dios de Israel.

8-9 ”Sin embargo, yo dejaré con vida a algunos israelitas, los cuales serán llevados prisioneros a otras naciones de la tierra. Cuando estén allá, se acordarán de mí y del castigo que les di por engañarme y adorar a los ídolos. Entonces se darán cuenta de lo mal que se portaron, y se les revolverá el estómago al acordarse de sus actos repugnantes.

10 Entonces reconocerán que yo soy el Dios de Israel, y que siempre hablé en serio”».

11 Después, el Dios de Israel me dio esta orden:

«¡Búrlate de los israelitas, felicitándolos por su repugnante maldad! ¡Apláudeles con todas tus fuerzas! ¡Recuérdales que gracias a ellos la guerra, el hambre y las enfermedades acabarán con todo el pueblo!

12 Los que estén lejos morirán por causa de las enfermedades; los que estén cerca morirán en la guerra, y los que aún vivan se morirán de hambre, pues descargaré mi enojo contra ellos.

13 »Los cuerpos de sus muertos quedarán tirados junto a sus ídolos malolientes. Habrá muertos por todas partes: alrededor de los altares, en las colinas y en las montañas, y aun debajo de cualquier árbol. Entonces reconocerán que yo soy el Dios de Israel.

14 »Mi castigo contra ellos será muy duro. De norte a sur, y desde Riblá hasta el desierto, todo el país quedará en ruinas. Entonces reconocerán que yo soy el Dios de Israel».

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Ezequiel 7

El fin está cerca

1 Dios me dijo lo siguiente:

2-4 «Ezequiel, diles a los israelitas que el Dios de Israel les envía esta advertencia:

“¡El fin está cerca! ¡Les llegó la hora, a ustedes y a toda la tierra! Voy a llamarlos a cuentas. Descargaré mi enojo sobre ustedes, y no les tendré ninguna compasión. Voy a castigarlos. Voy a hacerlos sufrir las consecuencias de todos sus actos repugnantes. Así reconocerán que yo soy el Dios de Israel.

5-6 ”Les aseguro que ya llegó su fin. Desgracia tras desgracia caerá sobre ustedes.

7 Les ha llegado la hora a los que viven en este país. Ha llegado el día de espanto. ¡Se acabó la fiesta en las montañas!

8-9 No quedaré satisfecho hasta haber calmado mi enojo contra ustedes. Voy a llamarlos a cuentas. Voy a castigarlos. Voy a hacerlos sufrir las consecuencias de todos sus actos repugnantes. Así reconocerán que yo soy el Dios de Israel, y que también sé castigar.

10 ”¡Ha llegado el día! ¡Ha llegado la hora! ¡Por todas partes se ve orgullo y maldad!

11 Crece la violencia y brota la maldad. ¡Pero de ustedes no quedará nada! ¡Ni grandes ciudades, ni grandes riquezas!

12 ”¡Ha llegado la hora! ¡Ha llegado el día! ¡Se acabó la alegría de los que compran y los que venden! ¡Voy a castigar a estas multitudes!

13 Aunque los comerciantes queden con vida, no podrán recuperar sus mercancías. Ya he anunciado lo que haré con esta gran ciudad, y nada hará que cambie de opinión: ¡nadie quedará con vida!

14 ”Voy a castigar a esta gran ciudad. Y aunque sus habitantes toquen la trompeta, nadie saldrá a la batalla.

15 Los que se queden fuera de la ciudad morirán en el combate; los que se queden adentro morirán de hambre y de enfermedad;

16 los que quieran escapar a las montañas, también morirán por causa de suspecados, aunque traten de huir como palomas espantadas.

17 A todos les temblarán las rodillas, y no tendrán fuerza en los brazos.

18 Se vestirán de luto y se llenarán de terror; irán con la cara avergonzada y con la cabeza rapada.

19 Tirarán a la calle su oro y su plata, como si fueran basura. Ese día descargaré mi ira, y nada podrá salvarlos, ni siquiera su oro y su plata, pues fueron la causa de sus pecados. Todas esas riquezas no podrán quitarles el hambre ni llenarles el estómago.

20 ”Tan orgullosos estaban de sus valiosas joyas, que con ellas hicieron imágenes de susídolos. ¡Pero yo haré que esas joyas les den asco!

21-22 Cuando yo abandone este país, vendrán ladrones extranjeros y se robarán esas riquezas. Vendrán los peores criminales y entrarán en mi templo, llevándose mis tesoros y dejando el lugar inservible.

23 ”Por toda la ciudad hay violencia; por todo el país se mata a la gente. Ezequiel, prepara las cadenas para arrastrar los cadáveres,

24 pues voy a traer naciones malvadas para que los echen de sus casas. Esas naciones no respetarán los templos, así que ya no tendrán nada de qué sentirse orgullosos.

25 ”Entonces se llenarán de angustia. Y querrán tener paz, pero ya no habrá paz.

26 ¡Vendrá desgracia tras desgracia! ¡Solo habrá malas noticias! No habráprofetasque les hablen de mi parte, nisacerdotesque puedan enseñarles, ni gente capaz de dirigirlos.

27 El rey estará de luto, el gobernante estará deprimido, y todo el pueblo estará aterrado. Los trataré tal y como ellos trataron a los demás; los juzgaré tal y como ellos juzgaron a otros. Entonces reconocerán que yo soy el Dios de Israel”».

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Ezequiel 8

Dios acusa a Jerusalén

1 El día cinco del mes de Elul, los jefes de Judá fueron a verme a mi casa. Para entonces ya teníamos seis años viviendo como prisioneros en Babilonia. De pronto, mientras ellos estaban sentados frente a mí, el Dios de Israel me hizo sentir su poder

2 y me permitió ver la figura de algo que parecía un ser humano. De la cintura para abajo, parecía fuego; de la cintura para arriba, brillaba como bronce pulido.

3-4 Esa figura extendió lo que parecía ser una mano, y me agarró por el pelo. Entonces una fuerza dentro de mí me levantó por los aires y me llevó a Jerusalén; una vez allí, me dejó a la entrada del portón interior, que da al norte. Allí habían colocado unídolo, pero allí también estaba el Dios de Israel en todo su esplendor, tal y como antes lo había visto en el valle. Al ver Dios aquel ídolo, se puso celoso y se enojó.

5 Luego Dios me dijo que mirara hacia el norte, y cuando lo hice, vi que en el portón del altar, junto a la entrada, estaba aquel ídolo.

6 Entonces Dios me dijo: «Fíjate en las acciones tan repugnantes que cometen los israelitas. Eso hace que yo me aleje de mi templo. Pero todavía vas a ver cosas peores».

7 Dios me llevó luego a la entrada del patio del templo, y en la pared vi un agujero.

8 Dios me dijo: «Haz más grande ese agujero».

Así lo hice, y encontré una entrada.

9 Entonces Dios me dijo: «Entra y verás las acciones tan repugnantes que allí se cometen».

10 En cuanto entré, pude ver toda clase de reptiles y de animales asquerosos, pintados sobre la pared. También estaban pintados todos los repugnantes ídolos de los israelitas.

11 Pude ver también que los setenta jefes de los israelitas estabanadorandoa esos ídolos. Entre los jefes estaba Jaazanías hijo de Safán. El olor ainciensoera muy fuerte, pues cada uno de los jefes tenía un incensario en la mano.

12 Entonces Dios me dijo:

«Mira a los jefes de Israel. ¡Allí los tienes, cada uno adorando en secreto a su propio ídolo! Ellos creen que he abandonado el país, y por eso piensan que no los veo.

13 Pero esto no es todo; todavía vas a ver cosas peores».

14 De allí me llevó a la entrada norte de su templo. Allí vi sentadas unas mujeres que lloraban por el dios Tamuz.

15 Entonces Dios me dijo: «¿Ves esto? Pues todavía vas a ver cosas peores».

16 Luego Dios me llevó al patio que está dentro del templo, y vi que entre el patio y el altar había unos veinticinco hombres. Estaban de espaldas alLugar Santoy mirando hacia el este; arrodillados, tocaban el suelo con la cara, y adoraban al sol.

17 Entonces Dios me dijo:

«¿Ya viste, Ezequiel? Parece que el pueblo de Judá no se conforma con cometer tantos actos repugnantes aquí en el templo. También ha llenado de violencia a todo el país. ¡Todo el tiempo me están haciendo enojar! ¡Y para colmo, me obligan a oler los ramos malolientes con que adoran a su ídolo!

18 Estoy tan enojado que voy a castigarlos sin ninguna compasión. A gritos me pedirán que los perdone, ¡pero no les haré caso!»