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Eclesiástico 41

Todos tenemos que morir

1 Qué triste es pensar en la muerte

cuando se vive rico y tranquilo,

con fuerzas para gozar de la vida

y sin tener de qué preocuparse.

2 Pero qué dulce es pensar en ella

cuando se ha vivido mucho,

cuando se ha perdido la esperanza

y ya no quedan fuerzas para vivir.

3 No tengas miedo de la muerte.

Piensa que un día naciste,

y que un día morirás.

4 Así lo ha dispuesto Dios

y tienes que aceptar su voluntad.

Aunque vivas diez, cien o mil años,

nadie te echará nada en cara

cuando estés en el cementerio.

Los malos recibirán su castigo

5-6 Los hijos de los pecadores

heredan la mala fama de sus padres.

7 Esos hijos reprochan a su padre

el haberles heredado tan mala fama.

8 ¡Ustedes, gente malvada,

que han abandonado la ley de Dios

recibirán su merecido castigo!

9-10 Sus hijos serán también malvados,

y solo les causarán tristeza.

Cuando mueran serán maldecidos,

pues lo que salió de la nada,

a la nada volverá.

11 Aunque los seres humanos

no somos más que un soplo,

a los pecadores ni se les recuerda.

12 Por eso, cuida tu buena fama,

pues vale más que mil tesoros

y solo eso quedará de ti.

13 La felicidad no dura mucho,

pero la buena fama dura para siempre.

Motivos de vergüenza

14 Queridos jovencitos,

atiendan mis enseñanzas

y no dejen de practicarlas.

De nada sirve la sabiduría

si se esconde como un tesoro.

15-16 No se avergüencen de todo,

aunque yo les voy a indicar

de lo que sí deben avergonzarse.

17 Sientan vergüenza ante sus padres

por haber cometido un pecado sexual;

sientan vergüenza ante un jefe del pueblo

por haber dicho una mentira.

18 Sientan vergüenza ante un juez

por haber cometido un delito;

sientan vergüenza ante todo el pueblo

por haber hecho algo malo.

19 También deben sentir vergüenza

de no ser buenos amigos,

de robarle algo a sus vecinos,

20 de no cumplir un juramento,

y de apoyarse en los codos al comer.

21 Es también muy vergonzoso

dar algo de mala gana,

no ser agradecido,

no devolver el saludo,

22 mirar a una prostituta,

no saludar a un pariente,

23 quitarle a otro un regalo,

fijarse en una mujer casada,

24 abusar de una sirvienta,

25 o insultar a los amigos.

Cuando hagas un regalo,

no humilles a quien lo recibe.

26 Cuando te confíen un secreto,

no se lo cuentes a nadie.

27 Si hacer esto te da vergüenza,

te ganarás el aprecio de todos.

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Eclesiástico

Eclesiástico 42

1 No cometas el error

de preocuparte por lo que digan de ti,

porque nada de lo que sigue

es vergonzoso:

2 la ley de Dios y su alianza,

dictar sentencia contra el malvado,

3 rendir cuentas al patrón

o al socio en los negocios,

compartir con otros tu herencia,

4 usar pesas y medidas justas,

obtener alguna ganancia,

5 corregir a los hijos

y darle trabajo a tu empleado.

6 A la mujer infiel se la deja

encerrada en la casa,

y los tesoros se guardan bajo llave.

7 Cuenta bien el dinero que das,

y anota lo que recibes.

8 No es ninguna vergüenza

corregir a los jóvenes inexpertos

y a los viejos enamorados.

Si demuestras que eres inteligente,

te ganarás el aprecio de todos.

La preocupación de un padre por su hija

9 Una hija le quita el sueño al padre;

el pensar en ella no lo deja dormir.

Porque la hija joven podría quedarse soltera,

y la casada podría divorciarse.

10 Si es soltera, puede ser violada

y quedar embarazada.

Si es casada, puede ser infiel,

o tal vez no pueda tener hijos.

11 Si tienes una hija alocada,

debes vigilarla muy de cerca,

no sea que tus enemigos te humillen

y la gente hable mal de ti.

Las mujeres

12 No te fijes en la mujer bonita,

ni pongas tu confianza en ella;

13 porque la maldad anida en la mujer

así como la polilla anida en la ropa.

14 Más vale un hombre difícil

que una mujer fácil,

porque esa clase de mujer

avergüenza a su familia.

Alabanza a la creación

15-17 Quiero ahora hacer memoria

de la creación de nuestro Dios,

aun cuando ni sus ángeles

han contado todas sus maravillas.

Así como el sol lo ilumina todo,

también el gran poder de Dios

se ve en todo lo que él ha hecho.

18 Dios sabe todas las cosas,

y conoce los secretos del corazón.

19 Dios sabe lo que antes sucedió,

y lo que está por suceder.

20 Dios sabe todo lo que pensamos

y todo lo que decimos.

21 Dios es el mismo siempre;

nunca nadie le ha dado nada,

ni tampoco le ha quitado.

Su gran sabiduría es reconocida:

no hace falta que nadie lo aconseje.

22 ¡Qué bella es la creación de Dios,

aun cuando solo vemos muy poco!

23 En todo lo creado hay vida,

y todo cumple lo que Dios ordena.

24 Todo lo hizo de dos en dos,

pero nada de lo creado está de más,

25 pues todo lo creado es bello,

y nadie se cansa de admirarlo todo.

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Eclesiástico

Eclesiástico 43

El sol

1 ¡Qué espectáculo tan grandioso

es admirar el firmamento!

2 Cuando el sol aparece,

muestra la admirable creación de Dios.

3-4 Al mediodía, calienta el sol la tierra,

y apenas si se aguanta su calor.

¡Los rayos del sol derriten las montañas,

como derrite los metales un horno ardiente!

5 ¡Qué grande es Dios, que hizo el sol

y le ordena cumplir su recorrido!

La luna

6-8 La luna va creciendo poco a poco,

hasta que se convierte en luna llena.

Después se hace más y más pequeña,

hasta desaparecer por algún tiempo,

pero pronto vuelve a salir.

Así es como divide los meses

y marca la llegada de las fiestas.

La luna es, en el firmamento,

la abanderada de los ejércitos del cielo.

Las estrellas

9-10 La belleza del cielo resplandece

con la hermosa luz de las estrellas.

Dios las puso allí donde se encuentran,

y les mandó no apartarse de sus puestos.

El arco iris

11 Miremos ahora el arco iris,

y bendigamos al Dios que lo creó.

¡Qué admirable es su belleza!

12 ¡Se extiende por todo el horizonte

porque Dios mismo así lo ordena!

Las maravillas de la naturaleza

13 A una orden de Dios

caen la lluvia, la nieve y el granizo;

14 el ruido del trueno sacude la tierra,

y las nubes vuelan como pájaros.

15 Da gusto ver cómo cae la nieve,

16 y cómo los montes se sacuden

cuando se escucha el trueno.

17 Dios da una orden,

y del sur y del norte

soplan los vientos,

las tormentas y los huracanes.

18 Caen entonces los copos de nieve,

y corren por el suelo como saltamontes.

¡Su blancura nos deslumbra

y nos deja boquiabiertos!

19-22 Dios ordena que vengan

la suave brisa y los fuertes vientos.

Sopla el frío viento del norte,

y el agua se convierte en hielo;

¡se vuelve dura como el hierro!

Otro viento calienta las montañas,

y el desierto se convierte en fuego;

¡arde en llamas la hierba!

Pero llegan la lluvia y el rocío,

y traen al ambiente salud y frescura.

23 Dios dominó el mar con su poder,

y allí estableció las islas.

24 Los marineros nos hablan

de los peligros del mar,

y cuentan historias increíbles.

25 Allí hay toda clase de animales

y extraños monstruos marinos.

26 Pero Dios pone orden en todo

por medio de su palabra,

y se cumple lo que él ordena.

27 No hace falta que digamos más,

porque nunca terminaríamos.

Simplemente, ¡Dios lo es todo!

28-29 Alabemos con todas nuestras fuerzas

la grandeza de la creación,

pero reconozcamos también

que Dios es más grande todavía

que la creación entera.

30 Alabemos siempre a nuestro Dios,

y no nos cansemos de alabarlo,

aun sabiendo que nunca terminaremos.

31 A Dios nadie lo ha visto

como para poder describirlo,

así que nadie podrá alabarlo

por todo lo que él es.

32 Hemos visto algo de su creación,

pero hay mucho más que no hemos visto.

33 Dios ha hecho todas las cosas,

y a la gente buena le dio sabiduría.

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Eclesiástico 44

Alabanza de los antepasados

1 Honremos ahora a los hombres ilustres,

a los antepasados de nuestro pueblo.

2 Desde un principio

Dios los llenó de gran poder

y los hizo muy famosos.

3 Algunos de ellos fueron reyes;

otros hablaron en nombre de Dios,

4 o fueron consejeros del pueblo

y le dieron sabias enseñanzas.

5 Algunos compusieron bellas melodías,

otros escribieron hermosos poemas,

6 otros tuvieron poder y riquezas,

y disfrutaron de una vida tranquila,

7 pero todos ellos, en su tiempo,

fueron objeto de grandes honores.

8 ¡Su fama será siempre recordada!

9 Otros, en cambio, fueron olvidados

como si nunca hubieran existido.

Pareciera que ellos y sus hijos

no hubieran nacido jamás.

10 Pero las buenas acciones

de los hombres de bien

nunca podrán ser olvidadas.

11-13 Sus hijos y sus nietos

han seguido su ejemplo

y siguen siendo fieles a Dios.

Por eso todavía se les recuerda.

14 Murieron y fueron sepultados en paz,

y su recuerdo seguirá a través del tiempo.

15 Siempre que el pueblo se reúna,

será alabado por su sabiduría.

Henoc y Noé

16 Henoc agradó a Dios,

y Dios se lo llevó al cielo.

17-18 Noé siempre hizo lo bueno.

Gracias a él, terminó el diluvio

y algunos quedaron con vida.

Después del diluvio, Dios le prometió

no volver a destruir la tierra,

y le dio una señal permanente.

Abraham

19 Abraham fue padre de muchas naciones.

Nadie fue tan famoso como él.

20 Cumplió la ley del Dios altísimo,

y Dios hizo con él una alianza.

Abraham llevó en su cuerpo

la marca de esa alianza,

y a la hora de la prueba

se mantuvo firme.

21 Por eso Dios le juró

que tendría muchos descendientes,

tantos como las estrellas del cielo

y como el polvo de la tierra.

También le juró bendecir a las naciones

por medio de sus descendientes,

y entregarle toda la tierra,

de norte a sur, y de este a oeste.

Isaac y Jacob

22-23 Gracias a Abraham,

su hijo Isaac y su nieto Jacob

recibieron de Dios la misma promesa.

Luego Dios repartió la tierra

entre las doce tribus de Israel.

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Eclesiástico 45

Moisés

1-4 ¡Bendito sea el recuerdo de Moisés,

hombre amado por Dios y por su pueblo!

Moisés era humilde y sencillo.

Por eso Dios lo eligió

entre todos los israelitas;

le dio poder para ir ante el rey

y realizar ante él grandes milagros.

También le mostró su esplendor,

5 y le permitió escuchar su voz

en medio de una nube oscura.

Allí Dios le dio los mandamientos,

que dan vida y sabiduría,

para que instruyera a los israelitas

en las condiciones de su alianza.

Aarón

6-9 Aarón era hermano de Moisés

y pertenecía a la tribu de Leví.

Dios lo eligió y le dio autoridad

para que fuera su sacerdote.

Lo vistió con ropas muy finas,

y en ellas colgó unas campanillas,

para que los israelitas las oyeran

cuando Aarón anduviera por el templo.

10-14 Le puso una corona de oro,

que decía «Dedicado a Dios»,

y puso también en sus ropas

los nombres de las tribus de Israel,

grabados en doce piedras preciosas.

¡Nunca nadie se vistió como Aarón,

con tanta elegancia y belleza!

15-17 Moisés derramó sobre Aarón

el aceite para consagrarlo,

porque Dios eligió a Aarón,

y a todos sus descendientes,

para que fueran sus sacerdotes.

Por eso Aarón y sus descendientes

presentan a Dios las ofrendas,

queman incienso en el altar,

y en nombre de Dios

bendicen a los israelitas

y piden que Dios los perdone.

Además, Aarón y sus descendientes

enseñan a los israelitas

a obedecer los mandamientos de Dios.

18 Hubo algunos envidiosos,

como Datán, Abirón,

y los seguidores de Coré,

que se rebelaron contra Aarón.

19 Pero Dios se enojó mucho

y envió contra ellos su fuego ardiente.

20-21 Dios concedió a los sacerdotes

una porción de carne de las ofrendas

y los primeros frutos de las cosechas,

para que nunca les faltara de comer.

22 Lo único que no les dio

fue un territorio en su propio país,

porque Dios mismo los cuidaría.

Finees hijo de Eleazar

23 Finees hijo de Eleazar

fue el tercer hombre más famoso,

después de Moisés y de Aarón.

Finees se enfrentó a los rebeldes,

y consiguió que Dios perdonara

el pecado de los israelitas.

24 Por eso Dios le dio el derecho

de ser el jefe de los sacerdotes;

hizo una alianza de paz con Finees,

y ordenó que él y sus descendientes

le sirvieran siempre en el templo.

25 La alianza que Dios hizo con David

valía solo para el rey

y para uno de sus hijos,

pero la alianza de Dios con Aarón

vale para todos sus descendientes.

26 ¡Que Dios les dé sabiduría

para gobernar bien a su pueblo!

¡Que vivan siempre felices

y nunca pierdan su poder!

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Eclesiástico 46

Josué y Caleb

1 Josué era un valiente soldado,

que se hizo cargo del pueblo

después de la muerte de Moisés.

Su nombre significa «Dios salva»,

y le hizo honor a su nombre,

pues salvó a Israel de sus enemigos

y lo llevó a la tierra prometida.

2 ¡Con qué valor y elegancia

tomaba la espada y atacaba ciudades!

3 ¡Peleaba en nombre de Dios,

y nadie podía hacerle frente!

4 Josué dio una orden al sol,

y el sol se detuvo,

y un día duró lo mismo que dos.

5 Sus enemigos lo rodeaban,

pero Josué llamó al Dios altísimo,

y Dios atendió su llamado:

¡dejó caer sobre sus enemigos

una lluvia de granizo!

6 Así fue como Dios destruyó

a las naciones enemigas,

y ellas reconocieron que Josué

peleaba en nombre de Dios.

7 Aun en vida de Moisés,

Josué siempre fue obediente a Dios.

Con la ayuda de Caleb,

Josué se opuso al grupo de rebeldes

que murmuraban contra Dios,

y evitó que los israelitas pecaran.

8 Por eso, solo ellos dos

se salvaron de morir en el desierto

y pudieron entrar en la tierra

donde abundan los alimentos.

9 Cuando Caleb llegó a ser viejo,

Dios le dio muchas fuerzas

para trepar montañas muy altas;

esas montañas se las entregó Dios

a Caleb y a sus descendientes.

10 Todo esto debiera servir

para que los israelitas se den cuenta

de que es bueno servir a Dios.

Los jueces

11 ¡Qué grato es recordar a los jueces,

y nombrar a cada uno de ellos!

¡Nunca se apartaron de Dios,

ni adoraron a los dioses falsos!

12 ¡Dios permita que su fama

se mantenga viva en sus descendientes!

Samuel

13 Tanto amó Dios a Samuel

que, desde antes de su nacimiento,

lo eligió como su profeta.

Y Samuel consagró a Saúl y a David

para que fueran reyes de su pueblo;

14 dirigió al pueblo de Israel

en obediencia a la ley de Dios,

15 y demostró ser un verdadero profeta

porque siempre decía la verdad.

16 Samuel se vio rodeado de enemigos,

pero pidió la ayuda de su Dios

y le presentó como ofrenda

un cordero recién nacido.

17 Entonces Dios, desde el cielo,

dejó oír su voz de trueno

18 y destruyó por completo

a los generales del ejército filisteo.

19 Antes de su muerte

Samuel declaró ante Dios y ante el rey:

«Nunca le robé nada a nadie».

Y nadie pudo decir lo contrario.

20 Aun después de su muerte

Samuel habló desde su tumba,

para anunciar el fin del rey Saúl

y el perdón de todo el pueblo.

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Eclesiástico 47

David

1 Después de Samuel vino Natán,

que fue profeta en los días de David.

2 Entre los israelitas Dios eligió a David,

porque era el mejor de todos.

3 David se divertía con leones y osos

como si jugara con corderitos.

4-5 Todavía era muy joven

cuando mató al gigante Goliat

con una piedra de su honda.

Pidió la ayuda de Dios

y humilló a ese orgulloso guerrero;

así dio la victoria a su pueblo

y restauró su fama.

6-7 Cuando David llegó a ser rey,

derrotó a sus enemigos filisteos

y a todos los pueblos vecinos.

Por eso las mujeres lo alababan

y el pueblo lo nombró rey de Israel,

pues David mató a decenas de miles.

8 David siempre rindió culto a Dios,

y por el gran amor que le tenía

le compuso bellas canciones.

9-10 Ordenó que en el templo

siempre se cantara de sol a sol

y se entonaran ante el altar

dulces melodías para alabar a Dios.

11 Por eso, aunque David pecó,

Dios le perdonó sus pecados

y lo llenó de gran poder;

además, hizo con él una alianza

para que siempre reinara en Israel.

Salomón

12-13 Después de David reinó Salomón,

un hijo suyo muy inteligente.

Dios le permitió gobernar en paz,

para que construyera en su honor

un templo en Jerusalén.

14 ¡Qué sabio era Salomón

a pesar de ser tan joven!

¡Era más abundante su sabiduría

que las aguas del río Nilo!

15-17 Era tanta su sabiduría,

y tantos sus proverbios y canciones,

que fue admirado por muchos;

¡su fama llenó el mundo entero!

18 Lo llamaban «amado de Dios»,

y llegó a amontonar oro y plata

como si amontonara plomo o estaño.

19 Pero tuvo una debilidad:

se dejó dominar por las mujeres.

20-21 Tan grande fue su pecado

que Dios se enojó con él;

dividió en dos su reinado,

y así castigó a sus descendientes.

22 Pero Dios nunca deja de amarnos

y siempre cumple sus promesas.

Por eso no destruyó del todo

a la familia de David,

ni hizo que desaparecieran

sus descendientes.

23 Salomón vivió muchos años,

y cuando llegó el día de su muerte

reinó en su lugar su hijo Roboam.

Pero él no tenía inteligencia,

y por su falta de sabiduría

el pueblo se volvió muy rebelde.

24-25 Después vino su hermano Jeroboam

que no es digno de ser recordado.

Por culpa de él los israelitas

cometieron toda clase de maldad.

Por eso fueron expulsados de su país.

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Eclesiástico 48

Elías

1-3 Después Dios envió a Elías,

un profeta de palabra poderosa.

Dios le ordenó suspender la lluvia,

y por un tiempo no llovió.

También hizo caer tres rayos.

Tanto habían pecado los israelitas

que los hizo pasar hambre,

y a muchos los hizo morir.

4 Elías hizo muchos milagros.

5 A un niño le devolvió la vida,

6-8 también nombró reyes y profetas;

pero a los poderosos los hundió en la ruina.

Escuchó a Dios reprender a reyes

en lo alto del monte Sinaí.

9 Luego Dios se lo llevó al cielo

en un carro de fuego ardiente,

10 pero un día lo hará volver

para calmar el enojo de Dios,

para restablecer a las tribus de Israel,

y para que los padres y los hijos

vuelvan a quererse como antes.

¡Qué felices serán los que vivan

para ver el día de su regreso!

11 ¡Qué felices serán también

los que murieron en paz con Dios,

y nosotros los que aún vivamos!

Eliseo

12 Cuando Elías fue llevado al cielo,

Eliseo quedó lleno de su espíritu.

Nunca tembló de miedo ante nadie,

ni siquiera ante reyes y príncipes.

13-14 Para él, nada era difícil.

Mientras vivió hizo muchos milagros,

y aun muerto siguió profetizando.

15 Pero los israelitas no se arrepintieron

ni quisieron dejar de pecar.

Por eso Dios permitió

que fueran expulsados de su país.

16 Solo unos cuantos quedaron en Judea,

entre los que se encontraba

un jefe de la familia de David.

Algunos de ellos fueron obedientes a Dios,

pero otros cometieron muchos pecados.

Ezequías y el profeta Isaías

17-18 En tiempos del rey Ezequías

llegó Senaquerib, el rey de Asiria,

y con su ejército atacó a Jerusalén.

Antes había enviado

a uno de sus generales,

que con mucho orgullo amenazó

con destruir el templo y la ciudad.

El rey Ezequías mandó que reforzaran

las murallas que rodeaban a Jerusalén,

y ordenó que se hiciera un canal

para que no faltara el agua.

19 La gente tenía mucho miedo;

20 pero oró al Dios misericordioso,

y él los oyó desde el cielo:

¡para salvarlos envió al profeta Isaías!

21 Dios hizo huir a los asirios;

¡el ángel de Dios

los destruyó por completo!

22 Ezequías siguió el ejemplo de David,

pues hizo lo que agrada a Dios,

según las órdenes del profeta Isaías.

Este gran profeta era digno de confianza,

porque Dios se le apareció

y le dio a conocer la verdad.

23 En tiempos de Isaías el sol retrocedió

para prolongar la vida de Ezequías.

24-25 Los israelitas estaban muy tristes,

pero Isaías les dio mucho ánimo

al anunciarles lo que pasaría en el futuro.

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Eclesiástico 49

El rey Josías

1 Recordar al rey Josías

es como oler un suave perfume,

como paladear la dulzura de la miel

o escuchar la música de un banquete.

2 A Josías le daba mucha tristeza

ver que el pueblo no se arrepentía;

por eso acabó con la idolatría.

3 Aunque vivió en tiempos de violencia,

buscó a Dios de todo corazón

y fue siempre un ejemplo de bondad.

Jeremías y los últimos reyes

4 Con la excepción de David,

de Ezequías y de Josías,

todos los reyes de Judá

no hicieron más que pecar.

Se apartaron de las enseñanzas de Dios,

y por eso Dios se apartó de ellos.

5 Tuvieron que rendirse ante reyes extranjeros,

6 los cuales prendieron fuego

al templo y a la ciudad,

y dejaron desiertas las calles.

7 Todo esto les sucedió

por maltratar al profeta Jeremías,

a quien Dios había elegido

desde antes de su nacimiento

para destruir o derribar,

pero también para levantar y reconstruir.

El profeta Ezequiel

8 Ezequiel vio al Dios glorioso

sobre un carro que llevaban

unosquerubines.

9 También mencionó a Job,

quien se mantuvo firme

en medio de los problemas.

Los profetas menores

10 ¡Que Dios dé nueva vida

a los huesos de los doce profetas!

Porque consolaron al pueblo de Dios

y lo ayudaron a mantenerse firme

y a no perder la esperanza.

Zorobabel y Josué

11-12 ¡No encuentro las palabras

para alabar al gran Zorobabel!

¡Tampoco sé cómo alabar

al sacerdote Josué hijo de Josadac!

Reconstruyeron el altar y el templo

que había sido consagrado

para honrar a Dios por siempre.

Nehemías

13 Nehemías fue un gran hombre,

pues reconstruyó los muros de Jerusalén,

puso a la ciudad puertas y cerraduras,

y reconstruyó nuestros hogares.

Los primeros antepasados

14 No hay nadie en el mundo

que pueda compararse con Henoc,

pues Dios se lo llevó al cielo.

15 Tampoco hay otro igual a José,

que llegó a ser jefe de sus hermanos

y siempre apoyó a su pueblo.

Por eso sus restos mortales

fueron enterrados con respeto.

16 Sem y Set merecen ser alabados,

pero no hay en toda la creación

nadie que esté por encima de Adán.

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Eclesiástico 50

El sacerdote Simón

1 Simón hijo de Onías

fue jefe de los sacerdotes,

y durante su vida reconstruyó el templo;

2-3 puso los cimientos de sus torres,

y construyó un estanque enorme

para que no faltara el agua.

4 Para que el pueblo viviera seguro,

reforzó las murallas de Jerusalén.

5 ¡Qué gusto daba ver a Simón

cuando salía del templo,

rodeado de todo el pueblo!

6 Brillaba como la luna,

como el lucero de la mañana.

7 Resplandecía como el sol,

como el arco iris entre las nubes.

8-10 Parecía una rosa en primavera,

un lirio junto al arroyo,

un olivo cargado de aceitunas.

¡Parecía una copa de oro puro,

adornada con piedra preciosas!

11 Cuando se ponía sus ropas de fiesta

y subía al altar de nuestro Dios,

el templo se llenaba de luz.

12-13 De manos de los sacerdotes,

y en presencia de todo el pueblo,

recibía las ofrendas para Dios.

14-15 Luego preparaba los animales

que se iban a sacrificar,

y derramaba el vino sobre el altar

como ofrenda agradable a Dios.

16 Los sacerdotes tocaban las trompetas

y lanzaban gritos de alegría,

para pedir al Dios altísimo

que se acordara de su pueblo.

17-19 Enseguida todo el pueblo

se inclinaba hasta tocar el suelo

para adorar al Dios altísimo,

mientras cantaba dulces melodías

hasta el final del culto.

20 Después Simón alzaba las manos

para bendecir a todo el pueblo

en nombre del Dios todopoderoso.

21 Al recibir la bendición de Dios,

el pueblo volvía a arrodillarse.

Invitación a la oración

22 Y ahora, bendigamos a Dios,

que por todas partes hace maravillas

y siempre nos trata con bondad.

23 Que Dios nos llene de alegría

y nos conceda vivir en paz.

24 Que mantenga con nosotros

su gran amor y sus promesas,

y nos libre de todo mal.

Los pueblos enemigos

25 Hay dos pueblos que no me agradan,

y un tercero que ni es nación:

26 los filisteos, en la costa del mar;

los edomitas, en las montañas del sur;

y los samaritanos, en Siquem.

Conclusión

27 Estas son las enseñanzas de Jesús,

el hijo de Sirac y nieto de Eleazar,

que vivió en Jerusalén,

que derramó su sabiduría como lluvia,

y la dejó escrita en este libro.

28 ¡Dios bendiga al que las estudie

y las retenga en su memoria!

29 Si tú practicas sus enseñanzas,

serás tan sabio como valiente

y la luz de Dios guiará tus pasos.