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Eclesiástico

Eclesiástico 21

Peligros del pecado

1 Querido jovencito,

si has pecado, pide perdón

y no lo vuelvas a hacer.

2 El pecado es como una serpiente;

aléjate de él, o acabará por morderte.

El pecado tiene colmillos de león,

y mata a los seres humanos.

3 La maldad es tan cortante

como una espada de dos filos;

para su herida no hay remedio.

4 La violencia y el orgullo

acaban con las riquezas;

la casa del orgulloso será destruida.

5 Dios oye la oración del pobre,

y muy pronto le hace justicia.

6 El que no quiere que lo reprendan

muy pronto cae en pecado;

pero el que obedece a Dios

se arrepiente de sus pecados.

7 A la distancia se conoce

al que es charlatán.

La gente de bien reconoce

cuando ha cometido una falta.

8 Quien construye con dinero prestado,

está cavando su propia tumba.

9 Los malvados son como leña seca,

que fácilmente se quema.

10 Los pecadores gozan de la vida,

pero su fin es la muerte.

Sabios y tontos

11 El que obedece a Dios

llega a ser sabio.

El que cumple sus mandamientos

domina sus malos deseos.

12 Si no usas tu inteligencia,

nunca podrás aprender.

Aunque hay una inteligencia

que solo trae amarguras.

13 El consejo de los sabios

es fuente de vida.

14 El cerebro del tonto

es como un vaso roto:

no retiene lo que aprende.

15 Cuando la persona bien educada

escucha un consejo sabio,

lo aprueba y añade un consejo más;

pero si lo escucha un tonto,

hace gestos y no lo entiende.

16 Hacerle caso a un tonto

es como llevar una carga pesada;

¡pero oír a una persona inteligente

es una verdadera delicia!

17 El pueblo reunido pide

la opinión de la gente sabia,

y toma en cuenta lo que dice;

18 pero cuando habla un tonto,

solo dice tonterías.

Para el tonto, la sabiduría

no es más que una casa en ruinas.

19 El tonto cree que el conocimiento

le ata las manos y los pies.

20 El tonto se ríe a carcajadas;

el sabio sonríe silenciosamente.

21 La instrucción adorna al sabio

más que un brazalete de oro.

22 El tonto entra de golpe en la casa;

la gente bien educada lo hace con respeto.

23 El tonto espía a través de la puerta;

la gente bien educada se queda afuera.

24 El tonto escucha detrás de la puerta;

la gente bien educada jamás lo haría.

25-26 El charlatán habla sin pensar

y el sabio piensa antes de hablar.

27 Los malos deseos del malvado

recaerán sobre sí mismo.

28 El chismoso se vuelve odioso

y él solo se perjudica.

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Eclesiástico

Eclesiástico 22

Los perezosos

1 Al perezoso se le desprecia

como si fuera un trapo sucio.

2 Quien lo saluda se lava las manos,

como si hubiera tocado excremento.

Los malos hijos

3 Si es vergüenza tener

un hijo maleducado,

mayor vergüenza es tener

una hija desobediente.

4 La buena hija se casa bien,

pero la hija desvergonzada

llena de tristeza a su padre.

5 Una hija grosera avergüenza

a su padre y a su esposo,

y los dos la despreciarán.

6 Las palabras inoportunas

son como bailar en un entierro.

Del castigo y de la corrección

siempre se aprende algo.

7 Si los hijos son buenos

y están bien alimentados,

nunca nadie sabrá que sus padres

fueron muy pobres de niños.

8 Los hijos groseros,

son la vergüenza de su familia.

Cuidado con los tontos

9-10 Querer enseñarle a un tonto

es como querer arreglar algo roto;

es como querer despertar

al que está bien dormido.

Al fin de cuentas pregunta:

«¿De qué me estás hablando?»

11 Si lloras por un muerto,

no llores por él mucho tiempo;

si bien sus ojos se han cerrado,

ya se encuentra descansando.

Llora más bien por un tonto,

porque no puede entender,

¡y eso es peor que estar muerto!

12 Por los muertos se llora

cuando mucho siete días;

por los tontos y los malvados

se llora toda una vida.

13 Si quieres vivir tranquilo,

sin problemas y sin mugre,

no te juntes con un tonto

ni pierdas el tiempo con él;

así no te molestará su estupidez.

14-15 Muy pesados son el hierro,

la sal, la arena y el plomo,

¡pero más pesado es un tonto!

Hay que saber ser firme

16 Al muro reforzado con vigas

no lo derriba ni un terremoto.

Y al que sabe lo que quiere

no lo asusta ningún peligro.

17 La gente que piensa y razona

es invencible como una muralla.

18 La cerca puesta en lo alto

no resiste la fuerza del viento;

la cabeza llena de ideas tontas

no resiste la fuerza del miedo.

La amistad

19 Si te lastimas un ojo,

te brotan las lágrimas;

si lastimas los sentimientos,

causas mucho dolor.

20 Si tiras piedras a los pájaros,

los espantas y salen volando;

si ofendes a tu amigo,

pones fin a la amistad.

21-22 Si hablas mal de él,

o lo amenazas de muerte,

no te preocupes, que puede volver

y hacer las paces contigo;

si lo ofendes y eres orgulloso,

si descubres sus secretos

o lo golpeas a traición,

no conservarás su amistad.

23 Muéstrate fiel a tu amigo

cuando se encuentre en la pobreza;

no lo abandones en las malas,

y gozarás con él en las buenas.

Cuando él llegue a ser rico,

compartirá contigo sus riquezas.

24 Cuando veas humo,

pronto verás fuego;

cuando escuches insultos,

pronto verás correr sangre.

25-26 No es vergüenza proteger a un amigo

ni apoyarlo cuando más lo necesita.

Si algo malo te sucede

por brindarle protección,

todo el que lo sepa

tendrá que cuidarse de él.

La oración del sabio

27 Dios mío,

¡enséñame a hablar como es debido!

¡No permitas que mi lengua

sea la causa de mi desgracia!

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Eclesiástico 23

1 Dios mío,

padre y dueño de mi vida,

¡no dejes que la lengua me domine!

¡No permitas que me haga pecar!

2 Permite que tu sabiduría

corrija mis pensamientos,

y que no pase por alto

mis faltas y mis errores;

3 así no volveré a ofenderte

ni seguiré aumentando mis pecados,

ni se burlarán mis enemigos

por haberme visto humillado.

4 Dios mío,

padre y dueño de mi vida,

no me dejes ser orgulloso;

5 ¡aparta de mí los malos deseos;

6 no dejes que me dominen los vicios!

No hay que jurar

7 Queridos jovencitos,

si me prestan atención

aprenderán a hablar bien

y no caerán en la trampa.

8 Los pecadores quedan atrapados

en sus propias palabras;

y los groseros y orgullosos

fracasan por hablar demasiado.

9 No se acostumbren a jurar,

ni pronuncien a cada momento

el santo nombre de Dios.

10 El criado que siempre es vigilado

no se libra de recibir un golpe;

tampoco se librará del castigo

el que a cada rato jura

usando el nombre de Dios.

11 Ese hombre comete pecado

si promete algo y no lo cumple,

y doble pecado comete

si hace un juramento en falso.

¡Sobre su casa vendrá la desgracia!

La grosería en el hablar

12 Ofender a Dios es un pecado,

que se paga con la muerte.

¡Israelitas, nunca ofendan a Dios!

La gente buena no habla así

ni se alegra cuando peca.

13 No acostumbres decir groserías,

porque es pecado hablar así.

14 Piensa en tus padres

cuando estés con gente importante;

porque si te olvidas de ellos

y te comportas como un tonto,

desearás no haber nacido

y maldecirás el día en que naciste.

15 Los que acostumbran decir groserías

nunca llegan a corregirse.

El adulterio

16 Hay ciertas clases de personas

que cometen muchos pecados

y se ganan el castigo de Dios.

17 Están los que se dejan llevar

por sus malos deseos,

¡y sus deseos son como un fuego

que no se apaga hasta consumirse!

18 Después está el marido infiel,

que se convence a sí mismo:

«Todo está oscuro. Nadie me ve.

Estas paredes me esconden;

¡no hay nada que temer!

¡Ni siquiera el Dios altísimo

se dará cuenta de mi pecado!»

19 Lo que este hombre teme

es que lo vean los demás,

sin pensar que Dios puede ver

todo lo que pasa en este mundo;

sus ojos penetran lo más profundo

y alumbran más que el sol.

20 Antes de crear el mundo,

Dios ya conocía todas las cosas,

como también las conoce ahora.

21 Así que este hombre será descubierto

cuando menos se lo espere,

y a la vista de todos será castigado.

22 Lo mismo le pasará a la mujer

que no es fiel a su marido

y tiene un hijo con otro hombre.

23 Comienza por desobedecer la ley de Dios,

sigue por ser infiel a su marido,

y acaba por prostituirse

y tener hijos de otro hombre.

24 Esa mujer será juzgada

por las autoridades del pueblo,

y sus hijos sufrirán las consecuencias:

25 ¡jamás tendrán éxito en la vida!

26 Cuando se hable de esa mujer

se pronunciará una maldición,

y jamás se limpiará su deshonra.

27 Entonces todos reconocerán

que nada es mejor ni más dulce

que amar a Dios y obedecerlo.

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Eclesiástico

Eclesiástico 24

Alabanza de la sabiduría

1 La sabiduría se alaba a sí misma,

y entre el pueblo anuncia su grandeza.

2 Ante los ángeles del Dios altísimo

dice orgullosa de sí misma:

3 «Yo salí de la boca del Altísimo

y como niebla cubrí la tierra.

4 Puse mi campamento en las alturas,

y mi trono, sobre una nube.

5 Recorrí el cielo en toda su extensión,

y crucé lo más profundo del océano.

6 Ejercí mi dominio sobre el mar,

sobre la tierra y sobre los pueblos.

7 Busqué entre todas las naciones

un lugar donde establecerme,

8 pero el Creador del universo

me dijo que pusiera mi campamento

en medio del pueblo de Israel.

9 »Antes de crear todo lo que existe,

Dios me creó a mí;

¡por eso nunca dejaré de existir!

10 He servido a Dios en su templo;

me he establecido en el monte Sión.

11 Dios me hizo descansar

en Jerusalén, su ciudad amada,

y desde allí gobierno con autoridad.

12 »Me he establecido

en medio del pueblo de Israel,

glorioso pueblo elegido por Dios.

13 Aquí he crecido como un árbol;

¡como los cedros y cipreses

que crecen en el monte Hermón,

en el país del Líbano!,

14 ¡como las palmeras de En-gadi!,

¡como los rosales de la ciudad de Jericó!,

¡como los olivos de la llanura!

¡He crecido como un roble!

15 »Soy como las plantas aromáticas;

mi aroma es como el de la canela,

¡soy como el humo del incienso

que llena el templo con su aroma!

16 Me he extendido como un árbol

de ramas bellas y frondosas;

17 he crecido como una vid,

y he dado muchas flores y uvas.

18 »Mis hijos son la belleza,

el amor, el conocimiento,

la obediencia y la esperanza en Dios.

Yo he existido desde el principio;

soy el regalo que recibirán mis hijos,

que han sido elegidos por Dios».

Invitación de la sabiduría

19 La sabiduría dice:

«Vengan a mí, si así lo quieren,

y aliméntense con mis frutos

hasta quedar satisfechos.

20 Llegar a conocerme y poseerme

es una dulce experiencia,

más dulce aun que saborear la miel.

21 Quienes me prueben

me querrán más y más.

22 Quienes me obedezcan, no fracasarán;

quienes me sirvan, no cometerán pecado».

La ley de Dios

23 Todo esto está en el libro

de la alianza del Dios altísimo,

y es la ley que nos transmitió Moisés;

es la herencia del pueblo de Israel.

24 Únanse a nuestro Dios,

y él los llenará de fuerza.

El Dios todopoderoso

es el único que puede salvar.

25-26 La ley de Dios nos hace sabios;

es como los ríos Tigris y Pisón,

que riegan los campos en la primavera;

es como los ríos Éufrates y Jordán,

que crecen en el tiempo de la cosecha.

27 Las enseñanzas de la ley de Dios

dan vida como las aguas del Nilo;

¡son como las corrientes del río Guihón,

durante la cosecha de las uvas!

28 Nadie ha penetrado

en las profundidades de la sabiduría,

29 porque sus pensamientos

son más misteriosos y profundos

que el agua de todos los mares.

30 Yo, por mi parte,

soy como un arroyo,

que lleva el agua hasta un jardín.

31 He decidido regar

las plantas y los árboles de mi huerto.

Mi cauce se volverá un río,

y ese río se volverá un mar.

32 Yo haré que mis enseñanzas

brillen tanto como la aurora,

y que su luz llegue muy lejos.

33 Las dejaré para el futuro

como enseñanzas de un profeta.

34 Yo no trabajo solo para mí,

sino para todos los que me aman.

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Eclesiástico

Eclesiástico 25

Tres cosas buenas y tres malas

1 Hay tres cosas que me agradan,

y que agradan también

a Dios y a los seres humanos:

la paz entre los hermanos,

la amistad entre los vecinos

y la armonía entre marido y mujer.

2 Pero hay tres clases de personas

que detesto por su modo de vivir:

la gente pobre y orgullosa,

la gente rica y mentirosa

y los viejos tontos y mujeriegos.

El orgullo de los ancianos

3 Si no ahorras cuando eres joven,

no tendrás nada cuando seas viejo.

4-5 ¡Qué bonito es ver que los ancianos

saben dar buenos consejos!

6 Nada adorna más a los ancianos

que tener experiencia y obedecer a Dios.

Diez cosas que valen la pena

7 Hay nueve cosas que me gustan,

y hasta una décima voy a nombrar:

el estar contento con los hijos,

el ver la derrota de los enemigos,

8 el tener una esposa inteligente,

el tener buenos compañeros de trabajo,

el no pecar con la lengua,

el servir a un buen patrón,

9-12 el tener sentido común,

el no hablarle a oídos sordos,

el unirse a Dios por la fe

y el obedecerlo.

¡Esto no se compara con nada!

¡Qué bueno es llegar a ser sabio!

¡Qué bueno es obedecer a Dios!

¡Obedecerlo es amarlo!

La mala mujer

13 No hay nada peor que todo esto:

ser rechazado por una mujer,

y sufrir por su maldad,

14 ser odiado por un enemigo

que solo piensa en vengarse,

15 ser mordido por una serpiente,

y sentir el enojo de una mujer.

16 ¡Más vale vivir con un león,

y hasta vivir con un dragón,

que convivir con una mala mujer!

17 La maldad transforma a la mujer:

¡la convierte en fiera salvaje!

18 Su marido se queja amargamente

cuando se junta con sus amigos.

19 Ante la maldad de la mujer,

toda maldad resulta pequeña.

¡Quiera Dios darle el castigo

que merecen los pecadores!

20 No es fácil para un anciano

trepar por una duna de arena,

ni es fácil para un hombre tranquilo

vivir con una mujer charlatana.

21 No te enamores de una mujer bella,

ni te intereses por sus riquezas,

22 porque es muy feo y vergonzoso

que la esposa mantenga al esposo.

23 Si tu esposa no te hace feliz,

andarás triste y deprimido,

y con ganas de morirte.

24 Por la mujer comenzó el pecado,

y por la mujer todos morimos.

25 No dejes correr el agua

ni dejes hablar a una mala mujer.

26 Y si no quiere obedecerte,

¡más te vale apartarte de ella!

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Eclesiástico

Eclesiástico 26

La felicidad de tener una buena esposa

1-2 Encontrar una buena mujer

es gran motivo de alegría.

Quien llegue a ser su esposo

vivirá feliz toda la vida.

3 Dios da una buena esposa

a quienes lo obedecen.

4 Quien se casa con ella

vivirá siempre feliz,

sea rico o sea pobre.

Peligros de la mala mujer

5 Hay tres cosas, y hasta cuatro,

que son peores que la muerte.

Las tres primeras me asustan:

la gente que se alborota,

los chismes que corren por la ciudad,

y las mentiras contra un inocente.

Pero la cuarta me llena de terror:

6 hablo de la mujer celosa,

que provoca grandes sufrimientos

y lastima con su lengua.

7 Acercarse a una mujer malvada

es como acercarse a un escorpión.

8 La mujer que se emborracha

no podrá ocultar su vergüenza

y hace enojar a su marido.

9 En el modo de mirar

se conoce a la mujer descarada.

10 Si tienes una hija así,

no la pierdas de vista,

porque puede abusar de su libertad.

11 Fíjate en su modo de mirar;

no te asombres si te falta el respeto.

12 Besa a cualquier hombre,

y con cualquiera se acuesta.

Se parece al viajero sediento,

que bebe agua de cualquier pozo.

La buena esposa

13 La mujer inteligente y hermosa

hace feliz a su esposo

y lo ayuda a prosperar.

14 La mujer educada y discreta

es un verdadero regalo de Dios.

15 Su modestia es su mayor encanto,

y su seguridad no tiene precio.

16 En un hogar bien cuidado,

la mujer hermosa brilla

como el sol del mediodía.

17 La mujer de bello rostro

y de cuerpo bien formado

luce como lámpara encendida

en un candelabro del templo.

18 La mujer de bellas piernas

y de pies bien afirmados

es como una columna de oro

apoyada en bases de plata.

19 Querido jovencito,

aléjate de las prostitutas,

y cuando llegues a ser adulto

20 hallarás una buena esposa.

Será como hallar un campo fértil

donde plantar tu semilla,

y podrás estar seguro

de tener una buena cosecha.

21 Cuando tus hijos crezcan,

podrán estar seguros de que son tus hijos

y Dios los prosperará.

22 Una prostituta no vale nada,

y si te enredas con una casada

pondrás en peligro tu vida.

23 Si rechazas la ley de Dios,

te podrías casar con una mujer

que no cree en él;

pero si lo obedeces

él te dará una buena esposa.

24 La mujer que no tiene vergüenza

es vulgar en todas partes,

pero la buena esposa es modesta

aun a solas con su esposo.

25 Si la mujer es una callejera,

hasta un perro es mejor que ella;

pero si se tiene respeto,

cumplirá con los mandamientos de Dios.

26 La buena esposa respeta a su esposo,

pero cuando es orgullosa y rebelde

todo el mundo se da cuenta.

Quien tiene una buena esposa

vivirá feliz mucho tiempo.

27 Pero la mujer charlatana

es ruidosa como una trompeta

en medio de la batalla.

¡Su familia vivirá

en eterno estado de guerra!

Tres cosas desagradables

28 Hay dos cosas que me ponen triste,

y una tercera que me hace enojar:

el guerrero que cae en la pobreza,

la gente inteligente que no es apreciada,

y la gente buena que cae en el vicio.

A esta clase de gente

Dios la condena a morir.

Pecado en el comercio

29 No hay comerciante sin faltas,

ni negociante sin pecado.

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Eclesiástico

Eclesiástico 27

1 Son muchos los que pecan

por el deseo de ganar dinero.

Todo el que quiere hacerse rico

peca y se hace el inocente.

2 Así como entre dos piedras

se clavan las estacas,

entre la compra y la venta

brota la injusticia.

3 El que no obedece a Dios

pronto verá su casa en ruinas.

Las palabras reflejan el carácter

4 Los defectos aparecen en lo que se dice,

como la basura en el colador.

5 Con el fuego del horno

se pone a prueba la vasija,

y con su modo de razonar

se pone a prueba la gente.

6 Al árbol bien cultivado

se le conoce por sus frutos,

y a la gente se le conoce

por su manera de hablar.

7 Las palabras revelan

lo que en verdad piensa la gente.

Por eso nunca alabes a nadie

antes de oír sus razonamientos.

Acerca de la justicia

8 Si realmente buscas la justicia,

ten por seguro que la alcanzarás,

y te cubrirás con ella

como con un manto lujoso.

9 La gente que es sincera

busca a la gente sincera,

así como buscan los pájaros

a los de su misma especie.

10 Así como el león espera

el momento de atacar a su presa,

también el pecado espera

el momento de atrapar al malvado.

Así hablan los tontos

11 Cuando la gente buena habla,

siempre da sabios consejos;

pero los tontos cambian de parecer

como la luna durante el mes.

12 No pierdas tu tiempo con ellos.

Es mejor que pases el tiempo

entre gente inteligente.

13 Los tontos creen que es divertido

ponerse a contar sus pecados,

¡pero qué desagradable es escucharlos!

14 Oír sus continuas groserías

pone los pelos de punta;

y cuando pelean entre ellos

hay que taparse los oídos.

15 Cuando esos creídos pelean,

siempre corre la sangre,

y ¡qué horrible es oír sus insultos!

Hay que saber guardar secretos

16 Pierde la confianza de sus amigos

quien no sabe guardar un secreto.

17-19 Ama a tu amigo y confía en él,

pero no trates de buscarlo

si andas contando sus secretos,

porque habrás perdido su amistad.

No volverás a encontrarlo.

Será como si un pájaro

se te escapara de la mano;

¡será como si lo hubieras matado!

20 No vayas a buscarlo,

porque se alejará de ti;

huirá como una gacela

que evita caer en la trampa.

21 Una herida puede vendarse,

y un insulto se puede perdonar,

pero no hay ninguna esperanza

para el que cuenta un secreto.

La falta de sinceridad

22 Ten cuidado de quien te guiña el ojo,

porque piensa hacerte algún daño.

23 En tu presencia es muy amable,

y aplaude todo lo que dices,

pero a tus espaldas cambia de tono

y malinterpreta tus propias palabras.

24 Esa clase de gente me disgusta

más que cualquier otra cosa,

y tampoco Dios la soporta.

En el pecado está el castigo

25 Si tiras piedras para arriba,

caerán sobre ti mismo.

26 Si haces un pozo,

te caerás en él.

Si tiendes una trampa,

en ella quedarás atrapado.

27 Todo lo malo que hagas

recaerá sobre ti mismo,

y no sabrás de dónde vino.

28 La gente orgullosa es grosera

y se burla de los demás,

pero el castigo los espera

como espera el león a su presa.

29 La gente orgullosa

se alegra al pensar

que los buenos fracasarán,

pero serán ellos los que sufran

su castigo en esta vida.

No hay que ser rencoroso

30 La furia y el enojo

acompañan siempre al pecador.

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Eclesiástico

Eclesiástico 28

1 Pero Dios lleva la cuenta

de todos los pecados

que comete esa gente vengativa.

2 Perdona a los que te ofenden

y, cuando ores, Dios te perdonará.

3-4 Porque si vives enojado con otros,

y no les tienes compasión,

¿cómo esperas que Dios te perdone?

5 Dios no aceptará tus ofrendas,

si continúas enojado con otros.

6-7 Piensa en el día de tu muerte

y pon ya fin a tus rencores.

Acuérdate de la alianza

que Dios hizo con Israel.

Así que deja de odiar a tu prójimo;

olvídate de las ofensas

y cumple los mandamientos.

Las discusiones y peleas

8-9 No discutas ni pelees.

Quien fácilmente se enoja,

confunde a sus amigos

y divide a quienes viven en paz.

10 La gente terca provoca peleas

como la leña alimenta el fuego.

Mientras más rica y poderosa

más grande es su enojo.

11-12 Si soplas sobre las brasas,

avivas el fuego;

si le echas agua, lo apagas.

Si discutes con violencia,

haces que corra la sangre.

Si no discutes con violencia,

mantienes la paz.

¡Todo depende de ti!

Las malas lenguas

13 Querido jovencito,

maldice a los chismosos,

porque ellos han causado la ruina

de mucha gente de bien.

14 La gente chismosa es un peligro:

destruye grandes ciudades,

derriba casas de gente importante,

y obliga a mucha gente

a ir de una a otra nación.

15 El chisme ha destruido

a muchos matrimonios honrados.

Por culpa de los chismosos

muchas mujeres fieles y trabajadoras

terminaron divorciadas.

16 Quien hace caso de chismes

no vuelve a vivir en paz.

17 Un latigazo deja una marca,

pero un chisme causa grandes destrozos.

18 La espada ha matado a muchos,

pero los chismes han matado a más.

19-20 Es una bendición de Dios

estar a salvo de los chismes;

¡sus cadenas son duras como el bronce

21 y causan una muerte terrible!

22-23 El chisme no tiene poder

sobre la gente buena,

pero ataca, como un león,

y destroza como una pantera,

a los que abandonan a Dios.

24-25 Por lo tanto,

piensa bien lo que dices

y cierra bien la boca.

26 Ten cuidado con lo que dices,

no sea que digas algo indebido

y seas derrotado por tus enemigos.

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Eclesiástico

Eclesiástico 29

Acerca de las deudas

1 La gente buena y compasiva

presta ayuda a quien la necesita,

y así cumple los mandamientos.

2 Cuando tu prójimo esté necesitado,

préstale lo que te pida,

y paga a tiempo tus deudas.

3 Cumple tus promesas,

confía en los demás,

y siempre tendrás quien te ayude.

4 Hay muchos que piden prestado,

y creen que el préstamo es un regalo.

5 Son amables cuando reciben,

pero groseros a la hora de pagar.

6 En el mejor de los casos,

pagan solo la mitad

y creen que hacen un favor;

en el peor de los casos,

¡se pierde el dinero

y se gana un enemigo,

quien para colmo te ofende!

7 Por eso muchos no quieren prestar,

por miedo a perder lo que tienen.

Hay que dar limosna

8 Tú debes ayudar a los pobres

y dar limosna sin pensarlo mucho.

9 Cumple los mandamientos:

No dejes que el necesitado

se vaya con las manos vacías.

10 El dinero escondido se pudre;

vale más que lo pierdas

por un hermano o un amigo.

11 Haz con tus riquezas

lo que te manda el Dios altísimo,

y te rendirán más que el oro.

12 En vez de amontonar dinero,

repártelo entre los pobres,

y te librarás de todo mal;

13 ellos te defenderán de tus enemigos

mejor que un escudo o una lanza.

Las fianzas

14 El hombre de buen corazón

sale fiador de su prójimo,

pero el que no tiene vergüenza

lo deja abandonado a su suerte.

15 Cuando alguien te haga un favor,

no olvides que se arriesgó por ti.

16 Pero hay gente malvada,

y además malagradecida,

que gasta el dinero de su fiador

y abandona a quien lo salvó.

17-19 Por dar fianza a otros,

mucha gente de buena posición

perdió todo lo que tenía

y tuvo que abandonar su país.

20 Hasta donde te sea posible,

tú debes ayudar a tu prójimo;

pero ten cuidado de no perderlo todo.

Es malo vivir de prestado

21 Para vivir debemos tener

agua, comida, ropa y techo.

22 Más vale vivir en la pobreza

bajo tu propio techo,

que comer como rico en casa ajena.

23 Cuando uno vive feliz

con lo poco o mucho que tiene,

nunca oye ningún reproche de nadie.

24 ¡Es verdaderamente triste

andar de casa en casa!

Cuando estás en tierra ajena,

no puedes ni abrir la boca;

25 sirves a gente malagradecida,

y tienes que aguantar que te digan:

26 «¡Ven aquí, extranjero!

¡Prepara la mesa y sírveme!»

27 «¡Fuera de aquí, extranjero,

que espero a gente importante!

Un paisano mío viene a visitarme

y necesito el cuarto que ocupas».

28 ¡Es verdaderamente triste

que te desprecien por ser extranjero,

y vivir en casa ajena!

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Eclesiástico 30

La educación de los hijos

1-3 Si amas a tu hijo,

edúcalo y no dejes de corregirlo.

Así el día de mañana

podrás sentirte orgulloso

de tener un buen hijo.

Tus amigos se alegrarán contigo,

y tus enemigos te envidiarán.

4 Si educas bien a tu hijo,

aunque mueras,

nadie se olvidará de ti

porque verán en tu hijo a otro como tú.

5 Mientras vivas, te alegrarás al verlo;

y cuando estés a punto de morir,

no sentirás tristeza

6 porque tu hijo te vengará de tus enemigos

y devolverá los favores a tus amigos.

7 Pero si malcrías a tu hijo

tendrás que curar sus heridas

y sufrir al oír su llanto.

8 Si a tu caballo no lo domas,

jamás lo podrás controlar;

si a tu hijo lo malcrías,

jamás lo podrás educar.

9-10 Si malcrías a tu hijo

y le das todo lo que pide,

te llevarás dolorosas sorpresas.

11-12 Mientras todavía sea niño,

no le des mucha libertad

ni pases por alto sus errores;

al contrario, corrígelo siempre

para que no se vuelva caprichoso

y más tarde te cause problemas.

13 Educa bien a tu hijo,

y no tendrás que pasar vergüenza

por causa de su rebeldía.

La importancia de estar sano

14 Más vale ser pobre pero sano

que rico pero enfermizo.

15 Más vale ser sano y fuerte

que tener todo el oro del mundo.

16 No hay mayor riqueza

que tener un cuerpo sano,

ni hay mayor felicidad

que tener un corazón alegre.

17 Es preferible morir

que vivir enfermo y amargado.

18-20 Poner comida sobre una tumba,

o llevar ofrendas a los ídolos,

es lo mismo que dar de comer

a quien tiene la boca cerrada:

¡jamás los ídolos ni los muertos

podrán saborear esa comida!

Lo mismo les pasa a aquellos

que son perseguidos por Dios;

son como el hombre impotente,

que quiere pero no puede:

cuando abraza a una mujer,

solo lanza suspiros de tristeza.

La alegría del corazón

21 No dejes que te dominen

la tristeza y las preocupaciones.

22 Vive más y mejor

quien tiene un corazón alegre.

23 Así que llénate de ilusiones

y aleja de ti la tristeza,

pues no te traerá nada bueno.

24 La envidia y el enojo,

y las muchas preocupaciones,

te harán vivir menos tiempo.

25 Pero la persona alegre

disfruta de lo que come.