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1 Macabeos 11

Muerte de Alejandro y Tolomeo

1 Por medio de engaños, Tolomeo, rey de Egipto, quería apoderarse del reino de Alejandro. Para eso, Tolomeo consiguió muchos barcos de guerra y un ejército tan numeroso que no se podía contar.

2 Con este gran ejército, Tolomeo marchó hacia el país de Siria, haciéndole creer a sus habitantes que iba en son de paz. Como Tolomeo era suegro de Alejandro, este rey había dado órdenes de que lo recibieran muy bien. Por eso los habitantes de las ciudades por donde pasaba Tolomeo lo recibían con alegría.

3 Pero, en cada ciudad a la que llegaba, Tolomeo dejaba un grupo de soldados.

4 Al llegar a la ciudad de Azoto, los habitantes llevaron a Tolomeo a la entrada, y le mostraron los cadáveres de los soldados que Jonatán Macabeo había matado en batalla. También le mostraron las ruinas del templo del dios Dagón, que había sido incendiado, y los daños causados en la ciudad y sus alrededores.

5 Ellos le contaron al rey todo lo que había hecho Jonatán, pues tenían la esperanza de que Tolomeo se enojara contra él. Pero el rey no hizo nada.

6 Cuando Tolomeo llegó al puerto de Jope, Jonatán le dio un gran recibimiento, y después de saludarse, pasaron allí la noche.

7 Al otro día, Jonatán acompañó al rey Tolomeo hasta el río Eléutero, y de allí se regresó a la ciudad de Jerusalén.

8 Tolomeo se apoderó de todas las ciudades de la costa hasta llegar al pueblo de Seleucia. Pero seguía pensando cómo derrotar al rey Alejandro.

9-10 Entonces le envió este mensaje al rey Demetrio Segundo:

«Hagamos una alianza entre los dos, pues Alejandro ha intentado matarme. Ahora me arrepiento de haberle permitido casarse con mi hija. Ella todavía vive con Alejandro, pero si tú la quieres se la quitaré y te la daré a ti. De esta manera te sentarás en el trono que antes fue de tu padre, y gobernarás sobre su reino».

11 Alejandro no había intentado matar a su suegro, pero Tolomeo mintió con la intención de adueñarse de todo su imperio.

12 Fue así como Tolomeo le quitó su hija a Alejandro y se la entregó a Demetrio. Esto hizo que la amistad entre Tolomeo y Alejandro terminara.

13 Después Tolomeo fue a la ciudad de Antioquía y derrotó al rey de Siria. De ese modo llegó a ser rey de Egipto y de Siria al mismo tiempo.

14 En esos días, los habitantes de la región de Cilicia se rebelaron contra el rey Alejandro, por lo que este tuvo que luchar contra ellos.

15 Pero cuando Alejandro se enteró de lo que estaba haciendo el rey Tolomeo, marchó para enfrentarse con él. Sin embargo, el ejército de Tolomeo era más poderoso, y derrotó al de Alejandro.

16 Entonces Alejandro fue a esconderse en Arabia.

17 Pero Zabdiel, uno de los jefes de ese país, le cortó la cabeza a Alejandro, y se la envió a Tolomeo.

18 Tres días después, también murió Tolomeo. Entonces los habitantes de las ciudades en donde este rey había dejado parte de su ejército, aprovecharon la ocasión y mataron a los soldados.

19 De esta manera, en el año ciento sesenta y siete del gobierno de los griegos, Demetrio se convirtió en el rey de todo el imperio.

Jonatán hace amistad con Demetrio

20 En ese tiempo, Jonatán Macabeo reunió a los israelitas que estaban en Judea para atacar y conquistar el cuartel de Jerusalén. Para lograrlo, mandó a construir varias máquinas de guerra.

21 Pero unos israelitas rebeldes, que odiaban a su propio pueblo, le informaron al rey Demetrio que Jonatán estaba atacando el cuartel.

22 Al oír esto, el rey se enojó mucho, y de inmediato se fue a la ciudad de Tolemaida. Desde allí le mandó una carta a Jonatán ordenándole que dejara de atacar el cuartel, y que fuera a verlo a Tolemaida lo más pronto posible.

23 Cuando Jonatán recibió la carta, ordenó a sus soldados que continuaran el ataque. Luego, armado de valor y acompañado de algunos jefes del pueblo y de algunos sacerdotes, se fue a Tolemaida.

24 Llevó muchos regalos de oro y plata, y también trajes muy finos. Todos esos regalos hicieron que Jonatán se ganara el afecto del rey.

25 Aunque los israelitas rebeldes seguían acusando a Jonatán,

26 el rey Demetrio lo trató bien, como lo habían hecho los reyes anteriores. Luego el rey llamó a sus amigos, y delante de ellos

27 volvió a confirmarlo en su cargo de jefe de los sacerdotes, con todos los privilegios que ya tenía. Y como si eso fuera poco, lo incluyó entre sus mejores amigos.

28 Jonatán le pidió a Demetrio que no cobrara impuestos en Judea, ni en las tres zonas que antes habían pertenecido a Samaria. A cambio de eso Jonatán prometió enviarle nueve mil novecientos kilos de plata.

29 El rey estuvo de acuerdo, y para que todo quedara claro, le envió a Jonatán una carta en la que le decía:

30 «El rey Demetrio saluda a Jonatán y a toda la nación judía.

31 Quiero que ustedes tengan copia de la carta que le escribí a mi pariente Lástenes. Esta es la copia de esa carta:

32 “El rey Demetrio saluda a su pariente Lástenes.

33 ”Quiero que sepas que los habitantes de Judea han sido muy fieles. Se han portado conmigo como buenos amigos. Por eso, me ha parecido bien concederles los siguientes beneficios:

34 ”Ellos seguirán teniendo bajo su dominio la tierra de Judea y Efraín, Lida y Ramatáim, zonas que antes eran de Samaria. Estas zonas pertenecen ahora a Judea.

”Los israelitas que llevan sus ofrendas al templo de Jerusalén no tendrán que pagar impuestos. Me refiero a los impuestos que tenían que pagarme cada año por las cosechas y los frutos de sus árboles.

35 Tampoco tendrán que pagarme el impuesto de oro ni el impuesto sobre la sal ni ningún otro impuesto.

36 ”A partir de este día, nadie podrá cambiar estas disposiciones.

37 Por lo tanto, entrégale una copia de esto a Jonatán, para que él la ponga en el templo, de manera que todo el mundo la pueda ver”».

Jonatán salva al rey Demetrio

38 Como el país estaba en paz, y no había ningún enemigo que le hiciera daño, el rey Demetrio se deshizo de su ejército. Cada uno de los soldados regresó a su casa. Los únicos soldados que Demetrio conservó fueron los que habían llegado de varias islas, a los cuales les pagaba un sueldo. Esto hizo que los soldados que habían estado en el ejército desde hacía mucho tiempo se enojaran con él.

39 Trifón, un antiguo amigo del rey Alejandro, supo que los soldados se habían enojado con Demetrio. Entonces fue a visitar a un jefe árabe, llamado Imalcué, que había educado a Antíoco, hijo del rey Alejandro.

40 Trifón se quedó allí por varios días. Durante ese tiempo le rogó a Imalcué que le entregara al niño para proclamarlo rey en lugar de Demetrio. Trifón le contó a Imalcué todo lo que Demetrio había hecho. También le contó que los soldados del rey se habían enojado con él por haberlos despedido.

41 Mientras tanto, Jonatán le pidió al rey Demetrio que retirara las tropas que cuidaban el cuartel de Jerusalén y las demás fortalezas, pues los soldados maltrataban a los israelitas.

42 Demetrio le contestó:

«Haré lo que me pides, y en cuanto tenga la oportunidad, te daré a ti y a la nación mayores privilegios.

43 Pero necesito que me hagas un favor: envíame soldados para que me ayuden, pues los que tenía me abandonaron».

44 Entonces Jonatán envió a la ciudad de Antioquía tres mil soldados muy fuertes y valientes. Cuando el rey Demetrio los vio, se llenó de alegría.

45 En ese mismo momento, unas ciento veinte mil personas se reunieron en el centro de la ciudad, con el propósito de matar al rey.

46 Los rebeldes ocuparon las calles de la ciudad, y se lanzaron al ataque. Entonces Demetrio se escondió en el palacio,

47 y les pidió a los soldados israelitas que lo ayudaran. Los soldados salieron a las calles y atacaron a los rebeldes. Ese día mataron a unas cien mil personas.

48 Luego tomaron los objetos de valor y prendieron fuego a la ciudad. Así salvaron al rey Demetrio.

49 Al ver que los soldados israelitas tenían pleno control de la ciudad, los demás habitantes se llenaron de miedo, y le rogaron al rey

50 que los perdonara. También le pidieron que diera la orden para que los soldados detuvieran la matanza y dejaran de atacar a la ciudad.

51 Demetrio aceptó, y ellos entregaron las armas y firmaron la paz. Los soldados israelitas fueron felicitados por el rey, y se hicieron muy famosos en todo el reino. Después de todo esto, los soldados regresaron a la ciudad de Jerusalén, llevando con ellos muchas riquezas.

Demetrio traiciona a Jonatán

52 Luego de esto, el rey Demetrio se sintió muy seguro, y el reino disfrutó de paz.

53 Por eso rompió su amistad con Jonatán Macabeo, y no cumplió ninguna de las promesas que le había hecho. En vez de premiar a Jonatán por los favores que le había hecho, comenzó a causarle daño.

Demetrio es vencido

54 Tiempo después, Trifón, el antiguo amigo del rey Alejandro, regresó a la ciudad de Antioquía, llevando con él al niño Antíoco. Entonces la gente proclamó como rey a Antíoco, y le pusieron la corona.

55 Todos los soldados que el rey Demetrio había despedido se unieron al nuevo rey. Luego lucharon contra Demetrio y lo derrotaron, y este salió huyendo.

56 Así fue como Trifón conquistó Antioquía y se adueñó de los elefantes de Demetrio.

Antíoco hace amistad con Jonatán

57 Luego, el joven Antíoco le escribió este mensaje a Jonatán Macabeo: «Te confirmo como jefe de los sacerdotes y como gobernador de Efraín, Lida, Ramatáim y Judea. Además, te incluyo entre mis mejores amigos».

58 Junto con la carta, Antíoco le envió a Jonatán una vajilla de oro completa. Además le permitió beber en copas de oro, vestirse con ropas dignas de un rey y ponerse un broche de oro.

59 A Simón, hermano de Jonatán, Antíoco lo nombró jefe militar de la región que va desde Fenicia hasta la frontera con Egipto.

Campañas militares de Jonatán

60 Jonatán Macabeo salió de Judea y fue a recorrer las ciudades de la región que está al oeste del río Éufrates. Todo el ejército de Siria se le unió, y cuando llegó a la ciudad de Ascalón, todos los habitantes salieron a recibirlo con grandes honores.

61 Después se dirigió a la ciudad de Gaza, pero la gente de allí no le permitió entrar en la ciudad. Entonces Jonatán rodeó la ciudad, quemó los pueblos de alrededor y se quedó con sus riquezas.

62 Cuando los de Gaza se vieron atacados, se rindieron. Jonatán hizo una alianza de paz con ellos, pero tomó prisioneros a los hijos de los jefes de la ciudad, y los mandó a la ciudad de Jerusalén. Luego Jonatán siguió su camino en dirección a la ciudad de Damasco.

63 Jonatán se enteró de que varios generales del ejército del rey Demetrio habían llegado al pueblo de Quedes de Galilea, con un ejército muy numeroso. El propósito de estos generales era impedir que Jonatán continuara su campaña militar.

64 Entonces Jonatán dejó a su hermano Simón en la región de Judea y se fue a pelear contra esos generales.

65 Mientras tanto, Simón puso su campamento frente a la ciudad de Bet-sur, y la atacó durante varios días.

66 Los habitantes de la ciudad se rindieron, y Simón hizo con ellos una alianza de paz. Pero él se quedó con la ciudad, obligó a todos sus habitantes a irse, y dejó allí un grupo de soldados para que la vigilaran.

67 Por su parte, Jonatán y su ejército acamparon junto al lago de Genesaret. Cuando amaneció, marcharon hacia la llanura de Hasor,

68 donde una parte del ejército enemigo les salió al encuentro. La otra parte se había quedado escondida en la montaña para atacar al ejército de Jonatán por la espalda.

69 Cuando los soldados que estaban escondidos salieron de la montaña, comenzó la batalla.

70 Al ver esto, los soldados de Jonatán huyeron, y los únicos que se quedaron con Jonatán fueron Matatías hijo de Absalón, y Judas hijo de Calfí, que eran jefes del ejército.

71 Ante esta situación, Jonatán rompió su ropa en señal de tristeza; luego se echó polvo sobre la cabeza y se puso a orar.

72 Después de orar, Jonatán y su gente se lanzaron a pelear contra los enemigos, y los obligaron a salir corriendo.

73 Al ver lo que estaba pasando, los soldados que habían huido, regresaron a la batalla. Jonatán y sus hombres persiguieron a los enemigos hasta el campamento que estos tenían frente al pueblo de Quedes. El ejército de Jonatán acampó allí mismo.

74 Ese día murieron unos tres mil soldados enemigos. Después de esto, Jonatán regresó a la ciudad de Jerusalén.

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1 Macabeos 12

Tratado con Roma y Esparta

1 Jonatán Macabeo consideró que era el momento oportuno para confirmar y renovar el tratado de amistad con los romanos.

2 Por eso envió a algunos hombres a Roma, y aprovechó la oportunidad para enviar cartas a la ciudad de Esparta y a otras ciudades del imperio.

3 Cuando los mensajeros israelitas llegaron a Roma, fueron a la gran asamblea y, después de solicitar audiencia, dijeron:

«Jonatán, el jefe de nuestros sacerdotes, y la nación de los israelitas, nos han enviado a renovar el tratado de amistad que nos ha unido desde hace algún tiempo».

4 Entonces, los miembros de la gran asamblea de Roma entregaron un documento a los mensajeros, para que lo mostraran a los gobernadores de las diferentes provincias. En ese documento, llamado salvoconducto, la gran asamblea pedía a los gobernadores que permitieran a los mensajeros israelitas continuar su viaje en paz hasta Judea. En el camino a Judea, los mensajeros pasaron por Esparta,

5 y entregaron allá la carta que Jonatán había enviado, la cual decía:

6 «Yo, Jonatán Macabeo, junto con el jefe de los sacerdotes, los jefes del pueblo, los sacerdotes y todo el pueblo israelita, saludo a nuestros compatriotas que viven en Esparta.

7 Hace ya algún tiempo, Ario, que es el rey de ustedes, le envió una carta a Onías, que era el jefe de nuestros sacerdotes. Les enviamos copia de esa carta en la que Ario decía que ustedes nos consideraban sus buenos amigos.

8 Onías recibió con honores al representante de ustedes, y aceptó la carta en la que nos proponían una alianza de amistad y de defensa mutua.

9 Nuestra intención, en este momento, no es solicitarles ninguna ayuda, pues son nuestras Sagradas Escrituras las que nos sirven de consuelo.

10 Sin embargo, como ya ha pasado mucho tiempo desde la última carta que nos enviaron ustedes, queremos ahora renovar nuestra amistad.

11 »Siempre nos acordamos de ustedes. Por eso, en todas nuestras fiestas religiosas, cuando le presentamos ofrendas a Dios, oramos por ustedes. Consideramos que es lo menos que podemos hacer por los amigos.

12 Además, nos alegra mucho saber de su prosperidad y fama.

13 »Nosotros, en cambio, hemos pasado por muchas dificultades y guerras; hemos sufrido el ataque de los países vecinos.

14 Pero no hemos querido molestar a nadie, ni a ustedes ni a ninguno de nuestros amigos y aliados,

15 ya que hemos contado con la ayuda de Dios. ¡Nuestro Dios nos ha defendido de nuestros enemigos, y los ha derrotado!

16 »A Numenio hijo de Antíoco, y a Antípatro hijo de Jasón, los hemos enviado a Roma como representantes nuestros. Ellos tienen el encargo de firmar el documento del tratado en el que renovamos nuestra amistad con los romanos.

17 También les hemos pedido que fueran a saludarlos a ustedes, a entregarles esta carta, y a renovar nuestros lazos de buena amistad.

18 »Nos agradará mucho que la respuesta de ustedes a nuestro pedido sea favorable».

19 Tiempo atrás, Ario, rey de Esparta, había enviado una carta a Onías. Esta es una copia de esa carta:

20 «Yo, Ario, rey de Esparta, saludo a Onías, jefe de los sacerdotes.

21 »Encontré un documento que demuestra que los espartanos y los israelitas somos parientes, ya que descendemos de Abraham.

22 Por eso, ahora tenemos interés en saber cómo están ustedes, y les pedimos que nos escriban.

23 Nosotros nos sentimos muy cercanos a ustedes. Para nosotros, lo nuestro es de ustedes, y lo de ustedes es nuestro. He dado orden de que les comuniquen este mensaje al pie de la letra».

Más batallas de Jonatán

24 Jonatán Macabeo oyó decir que los jefes del ejército del rey Demetrio habían vuelto para hacerle la guerra, y que traían un ejército más numeroso que el anterior.

25 Entonces Jonatán salió de Jerusalén para atacarlos en la región de Hamat, y no los dejó poner pie en territorio israelita.

26 También envió espías al campamento enemigo. Los espías regresaron y le informaron que los enemigos pensaban atacar por la noche.

27 En cuanto oscureció, Jonatán ordenó a sus soldados que no se acostaran, sino que se mantuvieran listos para la batalla. Además, puso vigilantes alrededor de todo el campamento.

28 Cuando los enemigos vieron que Jonatán y su ejército estaban preparados para la batalla, sintieron mucho miedo, encendieron fogatas en todo el campamento y escaparon.

29 Como las fogatas ardieron durante toda la noche, Jonatán y su ejército pensaban que los enemigos estaban en el campamento. Solo cuando amaneció vieron que habían huido.

30 Entonces, Jonatán y sus soldados fueron tras ellos, pero no los pudieron alcanzar, pues ya habían cruzado el río Eléutero.

31 Por eso, Jonatán atacó a una tribu árabe llamada los zabadeos. Los derrotó y les quitó sus pertenencias.

32 Después marchó hacia la ciudad de Damasco y atravesó toda esa región.

33 Mientras tanto, Simón Macabeo había llegado hasta el puerto de Ascalón y las fortalezas cercanas. Luego se dirigió al puerto de Jope y se apoderó de él.

34 Hizo eso, porque se enteró de que los habitantes de Jope habían decidido entregarle el lugar a los amigos del rey Demetrio. Simón dejó allí un grupo de soldados para cuidar el puerto.

35 Cuando Jonatán regresó, reunió de inmediato a los jefes del pueblo. En esa reunión decidieron construir fortalezas en toda Judea.

36 También estuvieron de acuerdo en reconstruir la muralla de Jerusalén, y también la muralla que protegía el cuartel. Así el cuartel quedaría aislado, y los soldados no podrían comprar ni vender nada.

37 De inmediato, la gente se reunió para reconstruir la ciudad y una parte de la muralla del lado oeste, que se había caído sobre el arroyo. Jonatán reconstruyó también el barrio llamado Cafenatá.

38 Simón, por su parte, reconstruyó la ciudad de Hadid, que está en la llanura costera, conocida como Sefela, y le puso portones y cerrojos.

Trifón traiciona a Jonatán

39 Trifón, general del ejército griego en tiempos del rey Alejandro, quería ser el rey de Asia, y para lograrlo, había planeado matar al rey Antíoco.

40 Pero temía que Jonatán no se lo permitiera, y le hiciera la guerra. Por eso, se puso a planear la manera de matar a Jonatán Macabeo, y se fue a Bet-seán.

41 También Jonatán fue a ese lugar con cuarenta mil de sus mejores soldados, para hacerle frente a Trifón.

42 Cuando este supo que Jonatán venía con un ejército tan numeroso, tuvo miedo y no se atrevió a tomarlo prisionero.

43 Al contrario, le dio la bienvenida con honores, le habló bien de él a los jefes de su ejército, y le dio muchos regalos. Además, Trifón pidió a sus amigos y soldados que obedecieran a Jonatán tal como lo obedecían a él.

44 Luego Trifón le dijo a Jonatán:

«Si no estamos en guerra, ¿por qué vienes con este enorme ejército?

45 Elige a unos cuantos soldados, para que te acompañen, y a los demás mándalos de regreso a sus casas. Ven conmigo a Tolemaida. Yo pondré esa ciudad y las demás fortalezas bajo tu dominio, y te entregaré a los otros ejércitos, con todo y oficiales. En realidad, a eso vine; después de eso regresaré a mi ciudad».

46 Jonatán confió en Trifón y envió a la mayoría de sus soldados de regreso a Judea.

47 Solo se quedaron con él tres mil soldados. De estos, dejó dos mil en Galilea, y los otros mil se fueron con él a Tolemaida.

48 Pero tan pronto como entró Jonatán en Tolemaida, la gente de esa ciudad cerró las puertas y lo apresó. Luego mataron a todos los que iban con él, pero a Jonatán lo dejaron con vida.

49 Después Trifón envió a sus tropas y jinetes a Galilea, a la llanura grande, para matar a los soldados de Jonatán.

50 Pero como la gente de Jonatán ya sabía lo que había pasado con Jonatán y sus compañeros, se animaron unos a otros, y se dispusieron a presentar batalla.

51 Cuando sus perseguidores vieron que los hombres de Jonatán estaban dispuestos a pelear para salvar su vida, prefirieron volverse.

52 De esa manera, los soldados de Jonatán llegaron a Judea sanos y salvos. Allí, llenos de miedo, lloraron por Jonatán y sus compañeros. En todo el país de Israel, la gente expresó su dolor por lo sucedido.

53 Entonces todas las naciones vecinas empezaron a buscar la manera de acabar con los israelitas, y decían: «¡Los israelitas se han quedado sin jefe! ¡Aprovechemos este momento para atacarlos y acabar con todos ellos!»

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Simón es el nuevo jefe

1 Simón Macabeo se enteró de que el general Trifón había reunido un gran ejército para destruir Judea.

2 También supo que la gente de la ciudad de Jerusalén estaba llena de miedo por la noticia de Trifón.

Por lo tanto, Simón viajó a Jerusalén, reunió a todos sus habitantes,

3 y les dio ánimo con estas palabras:

«Ustedes saben muy bien todo lo que mis hermanos y yo hemos hecho para defender nuestras leyes y a esta ciudad que pertenece a nuestro Dios. Saben de las guerras que hemos peleado, y de lo mucho que hemos sufrido.

4 Por esa causa, mis hermanos han dado la vida, y sólo quedo yo.

5 ¡Mi vida no vale más que la de mis hermanos! ¡Aunque el tiempo es peligroso, no me acobardaré!

6 ¡No importa que nuestros enemigos se hayan unido para acabar con nosotros! Voy a pelear para defender a mi pueblo, a las mujeres, a los niños y a nuestro templo».

7 Cuando la gente escuchó las palabras de Simón, se animó y volvió a tener esperanza;

8 a gritos le respondieron:

«¡Ahora mismo te reconocemos como nuestro jefe, en lugar de tus hermanos Judas y Jonatán!

9 ¡Tú serás quien nos guíe para atacar a nuestros enemigos! ¡Estamos dispuestos a obedecerte en todo!»

10 Simón reunió a todos los hombres de edad militar, y procuró terminar rápidamente la reconstrucción de las murallas de Jerusalén.

11 Luego envió a Jonatán hijo de Absalón al puerto de Jope. Jonatán iba al frente de un gran ejército, y cuando llegó a Jope expulsó a la gente que vivía allí, y se quedó en el puerto.

Muerte de Jonatán Macabeo

12 El general Trifón, por su parte, salió de Tolemaida con un ejército numeroso para atacar Judea, y llevaba prisionero a Jonatán Macabeo.

13 Mientras tanto, Simón Macabeo había acampado frente a la llanura de Hadid.

14 Trifón supo que Simón había ocupado el puesto de Jonatán Macabeo, y que estaba listo para hacerle frente. Entonces le envió este mensaje:

15 «Tenemos preso a tu hermano Jonatán, porque no pagó sus impuestos al rey, de acuerdo con el cargo que tenía.

16 Envíanos a dos hijos de Jonatán, y tres mil trescientos kilos de plata. Nosotros los mantendremos presos para asegurarnos de que ustedes no volverán a desobedecer nuestras órdenes. Tan pronto recibamos a los muchachos y el dinero, dejaremos libre a Jonatán».

17-18 Simón sabía que eso era una trampa, pero no quería que lo culparan por la muerte de su hermano. Entonces, ordenó que trajeran a los dos hijos de Jonatán y el dinero,

19 y se los envió a Trifón. Sin embargo, Trifón no cumplió su palabra, y mantuvo preso a Jonatán.

20 Poco después, Trifón marchó hacia Judea con el propósito de invadir el país y destruirlo. Pero Simón y su ejército le impedían el paso por los lugares donde quería pasar. Por eso Trifón y su ejército se vieron obligados a dar una enorme vuelta por el camino de Adoraim.

21 Los soldados de Trifón que estaban en la ciudad de Jerusalén, le solicitaron a su general que les hiciera llegar alimentos.

22 Trifón alistó a sus jinetes para ir a Jerusalén, pero esa noche cayó tanta nieve que no pudieron llegar. Por eso decidió desviarse hacia la región de Galaad.

23 Al llegar al pueblo de Bascama, Trifón mató a Jonatán y lo enterró allí mismo.

24 Después de esto, regresó a su país.

Entierro de Jonatán

25 Simón Macabeo mandó a traer el cuerpo de su hermano Jonatán, y lo sepultó en Modín, la ciudad de sus antepasados.

26 Todos en Israel lloraron la muerte de Jonatán, y guardaron luto muchos días.

27 Sobre la tumba de su padre y de sus hermanos, Simón mandó construir un monumento muy alto y visible, de piedras pulidas por ambos lados.

28 Luego construyó siete pirámides dedicadas a su padre, su madre y sus hermanos.

29 Alrededor de las pirámides colocó altas columnas, y sobre estas puso escudos y armas para que siempre los recordaran. Junto a las armas grabaron barcos, para que se pudieran ver desde el mar.

30 Este monumento todavía podía verse en Modín al momento de escribir esta historia.

Simón hace una alianza con Demetrio

31 Tiempo después, el general Trifón traicionó al joven rey Antíoco, y lo mató.

32 Ocupó su trono, se coronó como rey de Siria, y le hizo mucho daño al país de los judíos.

33 Simón, por su parte, fortaleció las ciudades de Judea. Edificó altas torres, fuertes murallas, portones y cerrojos, para proteger las ciudades. Además, almacenó suficiente alimento en ellas.

34 También envió a sus representantes a pedirle al rey Demetrio que no le cobrara al país el pago de los impuestos, ya que Trifón les había robado todo en sus continuos ataques.

35 El rey Demetrio, como respuesta, les envió esta carta:

36 «Yo, el rey Demetrio, saludo a Simón, jefe de los sacerdotes y amigo de los reyes. También envío mis saludos a los jefes de la nación y a todo el pueblo israelita.

37 »Recibimos la corona de oro y la palma que nos enviaron. Estoy dispuesto a firmar con ustedes un tratado de paz permanente. Escribiré a mis oficiales, ordenándoles que no les cobren los impuestos.

38 Les aseguro que todos los tratados que habíamos hecho antes siguen vigentes. Ustedes mantendrán el control de las fortalezas que construyeron.

39 Quedan también perdonados los errores y desobediencias que hayan cometido hasta hoy. Les perdono todo el dinero que me deben, y ya no se le cobrará impuestos a la ciudad de Jerusalén.

40 Los que quieran ser parte de mi guardia personal, son bienvenidos. ¡Que la paz reine entre nosotros!»

41 En el año ciento setenta del gobierno de los griegos, Israel quedó libre del poder de los reyes y militares griegos.

42 Por eso, a partir de ese año todos empezaron a fechar los documentos importantes, de la siguiente manera: «En el primer año del gobierno de Simón, el gran jefe de los sacerdotes, del ejército y de los israelitas…»

Simón conquista Guézer

43-44 En ese tiempo, Simón acampó frente a la ciudad de Guézer, y la rodeó con su ejército. Construyó una torre móvil, y la acercó a la muralla para tomar por asalto a la ciudad. Los soldados que permanecían en la torre móvil hicieron un hueco en una torre, y por allí entraron a la ciudad. Los habitantes de Guézer sintieron mucho miedo

45 y, junto con sus mujeres y sus niños, subieron a la muralla, y desde allí se rindieron a Simón.

46 Con mucho miedo le suplicaban: «¡No nos trate como merece nuestra maldad! ¡Tenga piedad de nosotros!»

47 Simón los perdonó, y suspendió el ataque. Pero los expulsó de la ciudad ypurificólas casas donde había encontrado ídolos. Luego entró a la ciudad, cantando y alabando a Dios,

48 y mandó sacar de la ciudad todo objeto prohibido por la ley de Dios. Solo dejó allí a la gente que obedecía la ley de Dios. También hizo reforzar la muralla de la ciudad y mandó construir una casa para él.

Simón conquista Jerusalén

49 A los soldados del general Trifón que estaban en el cuartel de Jerusalén se les acabaron los alimentos y comenzaron a pasar mucha hambre. Y como no podían salir a comprar alimentos, muchos murieron de hambre.

50 Por eso, se rindieron, y trataron de hacer las paces con Simón. Él aceptó, pero los expulsó del cuartel. Después lopurificópor toda la idolatría que se practicaba allá, así como de otras costumbres que tenían los soldados enemigos.

51 Era el día veintitrés del mes de Ziv, del año ciento setenta y uno del gobierno de los griegos, cuando Simón y los judíos entraron en la ciudad. Lo hicieron cantando alabanzas a Dios, con palmas y acompañados con instrumentos de cuerda y percusión, porque su gran enemigo, Trifón, había sido derrotado.

52 Simón ordenó que cada año se festejara esa fecha tan importante.

Luego construyó una muralla alrededor del templo de Jerusalén y al lado del cuartel. Simón y los suyos se fueron a vivir al cuartel.

53 Cuando su hijo Juan llegó a ser mayor de edad, Simón lo puso al frente del ejército. Juan, por su parte, se fue a vivir a la ciudad de Guézer.

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Demetrio es hecho prisionero

1 En el año ciento setenta y dos del gobierno de los griegos, el rey Demetrio reunió a su ejército para ir a pelear contra Trifón, el que había sido gobernador de Antioquía. Pero antes fue a Media a buscar refuerzos para su ejército.

2 Arsaces, el rey de Media y Persia, al ver que Demetrio había llegado a su territorio, envió a uno de los generales de su ejército para que lo capturara con vida.

3 El general fue y derrotó al ejército del rey Demetrio y lo tomó prisionero. Después se lo presentó a Arsaces, y este lo metió en la cárcel.

La grandeza de Simón Macabeo

4 Mientras vivió Simón Macabeo,

hubo paz en Judea.

Simón buscó el bien de su gente.

El pueblo vivió contento

durante todo el tiempo

que Simón gobernó con éxito.

5 Entre sus grandes logros

está la conquista de Jope,

que le permitió abrir un camino

hacia los países del mar.

6 Hizo más grande su territorio,

y mantuvo su dominio sobre el país.

7 A los que estaban presos en otros países,

los hizo regresar a su patria.

Se apoderó de Guézer, de Bet-sur

y del cuartel de Jerusalén.

Sacó de ella todos los objetos

prohibidos por la ley de Dios,

y no hubo quien se lo impidiera.

8 Los campesinos cultivaban la tierra en paz.

Esta daba sus cosechas,

y los árboles, sus frutos.

9 Los ancianos se sentaban en las plazas

y comentaban lo bien que les iba.

Los jóvenes salían a las calles

a mostrar sus vistosos uniformes militares.

10 Comida no faltaba en ninguna ciudad,

y todas estaban bien protegidas.

Simón se hizo muy famoso,

aun en los países más lejanos.

11 Todo el país disfrutó de paz,

y de gran alegría.

12 Cada uno se sentaba

a la sombra de su higuera.

Nadie vivía con miedo.

13 Los reyes enemigos fueron derrotados,

la gente vivía segura y tranquila.

14 Simón protegió a los pobres,

obedeció las enseñanzas de Dios,

y acabó con la gente mala y violenta.

15 Simón hizo que el templo

volviera a ser importante y bello,

y lo llenó de valiosos utensilios

dedicados al culto de Dios.

Renovación de una alianza

16 Cuando los romanos y los espartanos se enteraron de que Jonatán había muerto, sintieron mucha tristeza.

17 Pero al saber que su hermano Simón Macabeo era ahora el jefe de los sacerdotes y el gobernador de todo el país,

18 le enviaron un mensaje. Querían renovar la alianza de amistad que antes habían hecho con sus hermanos Judas y Jonatán. Este mensaje lo escribieron en láminas de bronce.

19 Toda la gente se reunió en Jerusalén para escuchar la lectura del mensaje.

20 La copia de la carta que enviaron los espartanos decía lo siguiente:

«Los jefes y habitantes de la ciudad de Esparta saludan a Simón, jefe de los sacerdotes. Saludan también al pueblo judío y a sus jefes.

21 »Los mensajeros que ustedes nos enviaron nos han contado de su fama y grandeza. La presencia entre nosotros de estos mensajeros nos ha llenado de mucha alegría.

22 »Queremos avisarles que en nuestro libro de actas hemos escrito lo siguiente:

“Numenio el hijo de Antíoco, y Antípatro el hijo de Jasón, en nombre del pueblo judío, vinieron a renovar la alianza de amistad que tienen con nosotros.

23 Nuestro pueblo los ha recibido con honores. Hemos guardado entre nuestros documentos oficiales la carta que nos entregaron, para recuerdo del pueblo espartano. Además, hemos hecho una copia de ese documento, para Simón Macabeo, jefe de los sacerdotes”».

24 Poco tiempo después, Simón Macabeo envió a Numenio a Roma, con un gran escudo, para renovar la alianza de amistad con los romanos. El escudo era de oro, y pesaba cuatrocientos treinta y seis kilos.

El pueblo de Israel agradece a Simón Macabeo

25 Cuando los israelitas se enteraron de todo lo que pasaba, dijeron:

«¿Cómo podemos demostrar nuestra gratitud a Simón y a sus hijos?

26 Gracias a él, a sus hermanos y a toda su familia, hoy somos libres. Ellos han luchado con valentía y han expulsado a nuestros enemigos».

Entonces, decidieron colocar en la ciudad de Jerusalén, sobre unas columnas, una placa de bronce con el siguiente agradecimiento:

27-28 «En el día dieciocho del mes de Elul, del año ciento setenta y dos del gobierno de los griegos, los sacerdotes, los jefes del ejército y los jefes del país nos reunimos en gran asamblea. Para ese entonces, Simón Macabeo ya llevaba tres años como jefe de los sacerdotes. En esta reunión decidimos hacer un agradecimiento a Simón, por todo lo que había hecho. Por eso, hemos escrito la siguiente placa:

29 »Nuestro país fue destruido por muchas guerras. Pero Simón hijo de Matatías, y descendiente de Joiarib, y sus hermanos, arriesgaron su vida y pelearon contra los enemigos de nuestra nación. Lo hicieron porque querían proteger el templo y nuestras leyes. Debido a su valor, nuestra nación llegó a ser grande y famosa.

30 »Jonatán logró unir a nuestro pueblo, y fue el jefe de los sacerdotes hasta el día de su muerte.

31 »Cuando los enemigos invadieron nuestro país y atacaron el templo,

32 Simón Macabeo se levantó y defendió a su pueblo. Con su propio dinero compró armas y pagó el salario de los soldados de su ejército.

33 Fortificó las ciudades de Judea y Bet-sur, en la frontera de Judea, donde había un cuartel enemigo, y puso allí tropas judías.

34 Lo mismo hizo en el puerto de Jope, y en la ciudad de Guézer, en la frontera con Azoto. Echó a los enemigos de esos lugares, y llevó a hermanos nuestros a vivir allí, dándoles todo lo que necesitaban.

35 »Cuando la gente vio que Simón era fiel y que lo único que buscaba era el bien de su patria, lo nombraron jefe de la nación y de los sacerdotes. Así reconocieron que era un hombre muy honesto, y que siempre había buscado la grandeza de su pueblo.

36 »En Jerusalén, los que no creían en Dios habían construido un cuartel. Desde allí, nos atacaban y hacían en la zona del templo todo lo que estaba prohibido por Dios. Pero Simón logró echarlos de allí.

37 Luego colocó soldados judíos en ese cuartel, lo rodeó con murallas para darle mayor seguridad al país y a la ciudad, y levantó un poco más las murallas de Jerusalén.

38 »El rey Demetrio dejó que Simón Macabeo siguiera siendo el jefe de los sacerdotes.

39 Le dio grandes muestras de afecto y lo incluyó entre sus mejores amigos.

40 El rey Demetrio hizo esto, porque sabía que los romanos eran grandes amigos y aliados de los judíos. También sabía que los romanos habían recibido con mucho respeto y agradecimiento a los representantes de Simón.

41 Demetrio supo además que los judíos y los sacerdotes habían elegido a Simón Macabeo como jefe de los sacerdotes y gobernador de su pueblo, hasta que apareciera un profeta en el que pudieran confiar.

42 »Los judíos quisieron que Simón Macabeo fuera su jefe militar y que se preocupara por el cuidado del templo. Él debía nombrar a los encargados de los trabajos en el templo, y también a los que debían encargarse de la administración del país, de las armas y de los lugares fortificados.

43 Todos los documentos oficiales llevarían el nombre de Simón. Además él se pondría ropas como las que usan los reyes y llevaría el broche de oro. Los judíos también ordenaron que todos debían obedecerlo.

44 »Por lo tanto, ninguna persona puede oponerse a estas leyes. Nadie puede hacer reuniones sin el permiso de Simón, ni vestir ropas como las del rey o tener un broche de oro. Todos deben obedecer a Simón.

45 La persona que desobedezca estos decretos será castigada».

46 Todo el pueblo estuvo de acuerdo en que Simón tuviera el derecho de actuar según lo que aquí se ha escrito.

47 Simón, por su parte, aceptó ser el jefe de los sacerdotes, el jefe del ejército, y el gobernador del pueblo. Así él quedó al frente de todo y de todos.

48 En la reunión se pusieron de acuerdo para que este agradecimiento fuera grabado sobre placas de bronce. Estas placas debían colocarse en el templo, en un lugar donde todos las pudieran leer.

49 También decidieron guardar una copia en el tesoro del templo, que estuviera a disposición de Simón y de sus hijos.

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1 Macabeos 15

Antíoco Séptimo honra a Simón Macabeo

1-2 Mientras estaba en una isla lejana, Antíoco, el hijo del rey Demetrio Segundo, envió una carta a Simón, jefe de los sacerdotes y gobernador de los judíos. La carta también iba dirigida a todo el pueblo judío, y decía lo siguiente:

«Yo, el rey Antíoco Séptimo, saludo a Simón Macabeo, jefe de los sacerdotes y gobernador de la nación judía, y a todo su pueblo.

3 »Un grupo de gente muy mala se ha apoderado del reino de mis antepasados. Por eso he decidido reclamar lo que es mío, para que todo vuelva a ser como antes. Para conseguirlo, ya reuní un gran ejército y muchos barcos de guerra.

4 Lo que quiero es llegar a mi país para vengarme de los que tanto daño le han hecho a mi reino, pues han destruido muchas de sus ciudades.

5 »Por eso, ahora te doy mi palabra de que seguirás teniendo las ventajas que te dieron los reyes anteriores. Es decir, que no tendrás que pagar impuestos,

6 y podrás hacer tus propias monedas para usarlas en tu país.

7 Los habitantes de la ciudad de Jerusalén y los que asisten al templo podrán disfrutar de su libertad. Las armas que has fabricado y las fortalezas que has construido seguirán siendo tuyas.

8 Te perdono todo lo que le debes a mi reino hasta el día de hoy. De igual manera, desde ahora, te perdono cualquier deuda que llegues a tener en el futuro.

9 »Cuando yo haya recuperado mi reino, les daré mucha fama a ti, a tu pueblo y a su templo. Así ustedes llegarán a ser muy conocidos en todo el mundo».

Antíoco Séptimo invade el país

10 Antíoco Séptimo llegó a su país en el año ciento setenta y cuatro del gobierno de los griegos. Las tropas que ya estaban allí se pusieron de su lado. Fueron muy pocos los soldados que se quedaron apoyando a Trifón, ese general rebelde.

11-12 Trifón se dio cuenta de que su situación era muy difícil, pues la mayoría de sus soldados lo había abandonado. Entonces huyó y fue a esconderse al puerto de Dor. El rey Antíoco, que lo perseguía,

13 acampó frente a Dor, acompañado de ciento veinte mil soldados de infantería y ocho mil soldados de caballería.

14 Todos estos soldados rodearon la ciudad, mientras los barcos la atacaban por el mar. Así, pues, la ciudad fue atacada por tierra y por mar, de modo que nadie podía entrar ni salir de ella.

Los romanos apoyan a los judíos

15 Mientras tanto, Numenio hijo de Antíoco, y sus acompañantes regresaron de Roma con cartas dirigidas a varios reyes y naciones. Estas cartas decían lo siguiente:

16 «Yo, Lucio, gobernador de los romanos, saludo a Tolomeo, rey de Egipto.

17 »Simón, jefe de los sacerdotes, y el pueblo judío son nuestros amigos y aliados. Ellos nos enviaron a sus representantes para renovar nuestro pacto de amistad.

18 Nos trajeron como regalo un escudo de oro que pesa cuatrocientos treinta y seis kilos.

19-20 Ahora nosotros tenemos mucho gusto en escribirles a todos los reyes y naciones, para pedirles que no les hagan ningún daño a los judíos. Les pedimos que no ataquen a su país ni a ninguna de sus ciudades. También pedimos que no presten ningún tipo de ayuda a los enemigos de los judíos.

21 Y si algunos judíos traidores se han refugiado entre ustedes, entréguenlos a Simón, jefe de los sacerdotes, para que los castigue según la ley de su Dios».

22 Esta misma carta fue enviada a los reyes Demetrio, Átalo, Ariarate y Arsaces.

23 También fue enviada a los siguientes países:

Sampsame,

Esparta,

Delos,

Mindos,

Sición,

Caria,

Samos,

Panfilia,

Licia,

Halicarnaso,

Rodas,

Faselis,

Cos,

Side,

Arvad,

Gortina,

Cnido,

Chipre y

Cirene.

24 También le enviaron una copia a Simón, jefe de los sacerdotes y gobernador de los judíos.

Antíoco se enfrenta a Simón

25 Mientras tanto, el rey Antíoco Séptimo tenía rodeada a la ciudad de Dor y la atacaba constantemente. Además seguía construyendo máquinas de guerra. Fue así que nadie podía entrar ni salir de la ciudad.

26 Entonces Simón Macabeo le envió a Antíoco, plata, oro, armas y dos mil de sus mejores soldados para que lo ayudaran.

27 Pero Antíoco no solo se negó a recibirlos, sino que rompió todos los acuerdos de paz que había hecho con Simón.

28 Además, envió a uno de sus amigos, llamado Atenobio, para que hablara con Simón y le dijera:

«Ustedes se han hecho dueños de Jope, Guézer y del cuartel de Jerusalén. Sepan que esas ciudades son mías, pues pertenecen a mi reino.

29 Además, se han apoderado de muchos pueblos de mi reino y los han destruido. Y como si eso fuera poco, han causado mucho daño al país.

30 Por lo tanto devuélvanme mis ciudades y entréguenme los impuestos que les han cobrado a las poblaciones que están fuera de Judea.

31 Si no lo hacen, deberán pagarme treinta y tres mil kilos de plata a cambio de las ciudades, como pago por todo el daño que le hicieron a la tierra, y por los impuestos de esas ciudades. Si no cumplen con esto, les declararé la guerra».

32 Atenobio llegó a Jerusalén, y cuando vio las riquezas de Simón Macabeo, su vajilla de oro y plata, y todo el lujo que lo rodeaba, quedó sorprendido. Entonces le comunicó el mensaje del rey.

33 Simón Macabeo le respondió:

«No hemos ocupado ninguna tierra que no sea nuestra, ni nos hemos robado lo ajeno. Lo que hicimos fue recuperar los lugares que nos habían dejado nuestros antepasados, que por un tiempo estuvieron bajo el poder de nuestros enemigos.

34 Lo único que hicimos fue aprovechar el momento favorable para recuperarlos.

35 Los habitantes del puerto de Jope y de la ciudad de Guézer siempre nos estaban haciendo daño, y por eso los conquistamos. Pero ya que usted reclama esos lugares, le daremos por ellos tres mil trescientos kilos de plata».

36 Aunque Atenobio estaba muy enojado, no dijo nada, pero fue de inmediato a contarle al rey Antíoco lo que había dicho Simón. También le informó acerca de las riquezas y lujos que había visto. Entonces el rey se enojó muchísimo.

37 Mientras tanto, Trifón había huido en un barco desde Dor a la ciudad de Ortosia.

38 Entonces, el rey Antíoco nombró a Cendebeo general en jefe de la región de la costa, y le envió muchos soldados y jinetes.

39 El rey le ordenó a Cendebeo que acampara frente a Judea y que atacara al pueblo judío. También le dijo que reconstruyera Cedrón y que hiciera más fuertes sus portones. Después de organizar todo esto, el rey Antíoco salió a perseguir a Trifón.

40 El general Cendebeo llegó a Jabnia y comenzó a causar serios daños al pueblo judío. Invadió Judea, tomó algunos prisioneros y mató a muchos.

41 Reconstruyó el pueblo de Cedrón y dejó allí a muchos soldados y jinetes. Estos soldados tenían la obligación de salir a recorrer y vigilar los caminos, conforme a las órdenes del rey.

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1 Macabeos 16

1 Juan hijo de Simón Macabeo, fue desde Guézer a informarle a su padre lo que estaba haciendo Cendebeo.

2 Entonces Simón llamó a sus dos hijos mayores y les dijo:

«Toda mi familia, mis hermanos y yo, hemos peleado contra los enemigos de Israel desde que éramos jóvenes. Gracias a ello, hemos logrado que Israel sea libre.

3 Yo estoy viejo, pero ustedes, gracias a Dios, son jóvenes y tienen mucha fuerza. Por eso, salgan a luchar por nuestra patria, y tomen el lugar de mi hermano y el mío. ¡Que Dios los acompañe!»

4 Simón Macabeo eligió a veinte mil soldados de infantería y caballería para que fueran a pelear contra Cendebeo. Esa noche acamparon en los alrededores de la ciudad de Modín.

5 Al amanecer fueron a la llanura, y allí se enfrentaron con un numeroso ejército de infantería y caballería. Tan solo un arroyo separaba a los dos ejércitos.

6 Juan y sus soldados tomaron posiciones frente a sus enemigos. Los soldados tenían miedo de pasar el arroyo, pero Juan se adelantó y lo pasó primero. Cuando los soldados lo vieron, se llenaron de valor y lo siguieron.

7 Los soldados enemigos que iban a caballo eran muchos. Por eso, Juan dividió a sus soldados en dos grupos, y puso a los que iban a caballo en medio de ellos.

8 Tocaron las trompetas, fueron al ataque, y Cendebeo y sus soldados fueron derrotados. Muchos enemigos murieron ese día, pero otros lograron huir y se refugiaron en su fortaleza.

9 Judas, el hermano de Juan, fue herido. No obstante, Juan persiguió a los que habían huido hasta la fortaleza de Cedrón, que Cendebeo había reconstruido.

10 Otros enemigos, en cambio, fueron a esconderse en las torres que hay en los campos de Azoto, pero Juan le prendió fuego a toda la ciudad. Ese día murieron unos dos mil enemigos. Después Juan regresó a Judea sano y salvo.

Muerte de Simón Macabeo

11-13 Tolomeo hijo de Abub, era el jefe del ejército que estaba en la llanura de Jericó. Como era yerno del jefe de los sacerdotes, tenía mucho oro y plata, y fue tanto su orgullo que quiso apoderarse del país. Por eso, empezó a hacer planes para matar a Simón Macabeo y a sus hijos.

14 Simón Macabeo visitaba regularmente las ciudades del país, para atender las necesidades que iban surgiendo. En una ocasión, él estaba de visita en Jericó con sus hijos Matatías y Judas. Era el mes de Sebat, del año ciento setenta y siete del gobierno de los griegos.

15 Tolomeo hijo de Abub les dio la bienvenida y les preparó una gran comida en la fortaleza llamada Doc, que él mismo había construido. Pero toda esta fiesta era un engaño, pues Tolomeo había dejado a unos hombres escondidos para matar a Simón y a sus hijos.

16 Cuando Simón y sus hijos estaban un poco borrachos, Tolomeo y sus seguidores entraron a la sala del banquete empuñando sus armas. Entonces, se lanzaron sobre Simón, sus hijos y sus acompañantes, y los mataron.

17 Fue así como Tolomeo pagó el bien con mal, y cometió ese terrible crimen.

18 Enseguida, Tolomeo le mandó una carta al rey, contándole lo que había sucedido. Le dijo que si le enviaba tropas de refuerzo, él se comprometía a entregarle las ciudades y el país.

19 Al mismo tiempo, envió a algunos de sus hombres a la ciudad de Guézer, para que mataran a Juan, el otro hijo de Simón Macabeo. También mandó cartas a los jefes del ejército para que se unieran a él prometiéndoles oro, plata y regalos.

20 Y a otros de sus soldados los envió a conquistar la ciudad de Jerusalén y el monte donde estaba el templo.

21 Sin embargo, un hombre se les adelantó y fue corriendo a Guézer para avisarle a Juan que habían matado a su padre y a sus hermanos, y que también lo querían matar a él.

22 Al oír esto, Juan se preocupó y se alteró muchísimo. Pero como ya conocía los planes de Tolomeo, logró tomar prisioneros a los que iban a asesinarlo, y los mató.

23 El resto de la historia de Juan, sus triunfos militares, las murallas que edificó, y todo lo que hizo, ha quedado escrito.

24 Todo lo que hizo desde el día que reemplazó a su padre como jefe de los sacerdotes, está escrito en el libro de la historia de su reinado.