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Jueces 20

Reacción de los israelitas

1 Después de meditarlo bien, los israelitas de todo el país se reunieron en Mispá, porque allí estaba el santuario de Dios; fueron del norte y del sur, del este y del oeste.

2 Todos los jefes de lastribusse reunieron allí junto con cuatrocientos mil soldados de infantería.

3 Los de Benjamín se enteraron de que las demás tribus israelitas se habían reunido en Mispá.

Los israelitas querían saber cómo había ocurrido ese crimen,

4 así que el hombre, el esposo de la mujer asesinada, les dijo:

—Llegué con mi mujer a la ciudad de Guibeá, que es de la tribu de Benjamín, para dormir allí.

5 Esa misma noche, unos hombres de la ciudad vinieron para atacarme y rodearon la casa donde estábamos hospedados. Pensaban matarme a mí, pero en vez de eso maltrataron a mi mujer hasta matarla.

6 Entonces yo corté su cuerpo en pedazos, y los mandé por todo el país, para que todos los israelitas se enteraran del terrible crimen que se había cometido.

7 Como israelitas que somos, tenemos que decidir lo que vamos a hacer.

8 Todos se pusieron de pie al mismo tiempo, y dijeron:

—Nadie regresará a su casa o tienda de campaña,

9 sino que se hará un sorteo para ver quiénes irán a atacar a Guibeá.

10 De cada diez hombres apartaremos uno, y formaremos un grupo que se encargue de conseguir comida para el ejército. Los demás irán a castigar a Guibeá por este crimen tan vergonzoso que se ha cometido en Israel.

11 Todos los israelitas estuvieron de acuerdo en atacar la ciudad.

12 Enviaron mensajeros por todo el territorio de la tribu de Benjamín para que dijeran: «No entendemos cómo pudo haberse cometido un crimen tan vergonzoso.

13 Entreguen a esos malvados que están en Guibeá. Hay que matarlos parapurificarde esta maldad al pueblo israelita».

Pero los de Benjamín no hicieron caso de lo que decían los demás israelitas,

14 sino que salieron de todas sus ciudades y se reunieron en Guibeá para atacarlos.

15 De las otras ciudades de la tribu de Benjamín vinieron veintiséis mil soldados, los cuales se unieron a los setecientos soldados especiales que había en Guibeá.

16 Había también setecientos soldados zurdos, que eran muy hábiles con sus hondas: podían lanzar una piedra contra una mosca, y nunca fallaban.

17 Las demás tribus israelitas reunieron cuatrocientos mil guerreros bien entrenados.

La guerra contra la tribu de Benjamín

18 Los israelitas fueron a Betel para consultar a Dios. Querían saber cuáltribudebía ser la primera en atacar a los de Benjamín, y Dios les contestó que la de Judá iría primero.

19-20 A la mañana siguiente, los israelitas se fueron a acampar frente a la ciudad de Guibeá, y se prepararon para la batalla. Pero los de Benjamín

21 salieron de la ciudad y ese día mataron a veintidós mil israelitas.

22-23 Entonces los israelitas volvieron a Betel y todo el día se estuvieron lamentando delante de Dios. Después le preguntaron: «Dios nuestro, ¿debemos atacar otra vez a nuestros hermanos de la tribu de Benjamín?»

Dios les contestó que sí. Entonces los israelitas se animaron y nuevamente se prepararon para el combate, en el mismo lugar del día anterior.

24 Por segunda vez los israelitas avanzaron contra los de Benjamín,

25 y estos nuevamente salieron de la ciudad, y ese día mataron a dieciocho mil soldados israelitas.

26 Entonces todos los israelitas con su ejército volvieron a Betel para lamentarse delante de Dios. Todo el día estuvieron sentados allí sin comer nada, y le ofrecieron a Diossacrificiosyofrendasde paz.

27-28 En aquel tiempo, elcofre del pactode Dios estaba en Betel, y elsacerdoteera Finees, hijo de Eleazar y nieto de Aarón. Los israelitas consultaron a Dios para saber si debían volver a atacar a sus hermanos de la tribu de Benjamín, o si debían darse por vencidos. Dios les contestó: «Ataquen, que mañana les daré la victoria».

29 Al tercer día algunos soldados israelitas se escondieron alrededor de Guibeá,

30 mientras el resto del ejército se preparaba para volver a atacar.

31-48 Los de Benjamín respondieron al ataque, y mientras herían y mataban a los israelitas se fueron alejando de la ciudad. El ejército israelita retrocedió ante el ataque de los de Benjamín porque confiaba en los soldados que estaban escondidos alrededor de la ciudad.

En los caminos de Betel y de Guibeá, y a campo abierto, los de Benjamín mataron a unos treinta soldados israelitas, así que pensaron que habían vuelto a vencerlos, como en la primera batalla. Lo cierto era que los israelitas se habían alejado de la ciudad para que sus enemigos los siguieran hasta donde estaba escondido el resto del ejército.

En Baal-tamar se reunieron de nuevo diez mil de los mejores guerreros israelitas y se dispusieron a atacar la ciudad. Mientras tanto, los soldados que se habían quedado alrededor de la ciudad fueron saliendo de sus escondites, y rápidamente entraron en la ciudad, y mataron a todos los que allí estaban. Con el resto del ejército habían acordado que, tan pronto como entraran en la ciudad, les harían una señal, que sería una gran columna de humo; cuando los israelitas que fingían huir vieran la señal, debían darse vuelta y enfrentarse a los de Benjamín.

La lucha fue dura, y los de Benjamín no se daban cuenta de que estaban por perder la batalla. De pronto vieron que comenzaba a salir humo de la ciudad, y cuando quisieron regresar ya toda la ciudad estaba envuelta en llamas. Entonces los israelitas les hicieron frente, y los de Benjamín se llenaron de miedo al ver que estaban a punto de ser destruidos. Trataron de huir hacia el desierto, pero quedaron atrapados entre el ejército y los soldados que salían de la ciudad, así que no lograron ponerse a salvo y fueron muertos.

Los israelitas rodearon a los de Benjamín desde Menuhá hasta el este de Guibeá, y los persiguieron hasta aplastarlos a todos. Ese día Dios les dio la victoria a los israelitas. Así fue como murieron dieciocho mil valientes de la tribu de Benjamín; otros cinco mil fueron muertos en los caminos, y otros dos mil fueron muertos cuando huían hacia Gidom. Finalmente, los de Benjamín se dieron cuenta de que habían sido vencidos.

Fue así como murieron veinticinco mil soldados de la tribu de Benjamín, todos ellos hombres valientes. De todos ellos solo pudieron escapar seiscientos soldados, los cuales lograron llegar a la roca de Rimón, en el desierto. Allí se quedaron cuatro meses. Los israelitas, mientras tanto, siguieron atacando y matando a todos los de la tribu de Benjamín que encontraban. Incluso mataban a los animales, y después de eso incendiaban las ciudades.

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Jueces 21

Esposas para la tribu de Benjamín

1 Los israelitas habían hecho el siguiente juramento en Mispá: «No permitiremos que nuestras hijas se casen con ninguno de latribude Benjamín».

2 Esto puso a todos muy tristes, así que fueron a Betel y estuvieron allí todo el día lamentándose delante de Dios. Lloraban amargamente

3 y decían: «¡Dios nuestro! Ahora nos falta una tribu en Israel. ¿Por qué nos tenía que pasar esto?»

4 Al día siguiente, se levantaron muy temprano y construyeron un altar, donde ofrecieronsacrificiosyofrendasde paz.

5 También trataban de averiguar si alguna de las tribus había faltado a la reunión en Mispá, porque habían jurado matar solamente a los que no hubieran asistido.

6 Los israelitas les tenían lástima a sus hermanos de la tribu de Benjamín. Lloraban y decían: «Hoy ha sido arrancada de Israel una de sus tribus.

7 ¿Qué podemos hacer para conseguirles esposas a los que no murieron de la tribu de Benjamín? No les podemos dar como esposas a nuestras hijas, porque hemos jurado ante Dios que no las casaríamos con ninguno de ellos».

8 Seguían averiguando en todas las tribus israelitas para ver si algún grupo no había asistido a la reunión en Mispá. Recordaron que del campamento de Jabés de Galaad no había asistido nadie,

9 porque al pasar lista ninguno de ese grupo había respondido.

10-11 Así que todo el pueblo envió a doce mil de sus soldados más valientes con esta orden: «Vayan a Jabés y maten a todos los hombres, incluyendo a las mujeres casadas y a los niños, pero no maten a las solteras».

12 Y se encontró que entre los que vivían en Jabés había cuatrocientas jóvenes solteras, y las llevaron al campamento de Siló, que está en Canaán.

13 Después, todo el pueblo envió mensajeros a los de Benjamín que estaban en la gran piedra de Rimón, para invitarlos a hacer la paz.

14 Los de Benjamín volvieron, y los otros israelitas les dieron por esposas a las mujeres que habían traído de Jabés. Pero no hubo suficientes mujeres para todos.

15 Esto puso muy tristes a los israelitas, pues Dios había dejado un vacío en las tribus de Israel.

16 Los jefes del pueblo se decían:

«Todas las mujeres de la tribu de Benjamín han muerto, así que ¿dónde vamos a encontrar esposas para los que no tienen?

17 Tenemos que hallar el modo de que los de Benjamín sigan ocupando el lugar que les corresponde. No debe desaparecer una de las tribus israelitas.

18 Pero no podemos permitir que se casen con nuestras hijas, porque todos los israelitas hemos jurado pedirle a Dios que castigue a todo aquel que case a su hija con uno de la tribu de Benjamín».

19 Después recordaron que faltaba poco para la fiesta anual en Siló, que está al norte de Betel, al sur de Leboná, y al este del camino que sube de Betel a Siquem.

20 Así que les dijeron a los de Benjamín:

«Vayan a Siló. Escóndanse en los viñedos,

21 y esperen allí hasta que las jóvenes empiecen a bailar durante la fiesta. Entonces salgan de sus escondites, tome cada uno de ustedes una de esas mujeres, y vuelva con ella a su territorio.

22 Si los padres o los hermanos de las jóvenes vienen a quejarse, les diremos así: “Por favor, déjenlos que se lleven a las jóvenes. Hacen esto porque en la guerra contra Jabés no pudimos conseguir esposas para todos. En realidad, ustedes no han dejado de cumplir el juramento que hicieron, pues no se las entregaron”».

23 A los de Benjamín les pareció bien hacer lo que se les sugería, así que cada uno tomó una de las jóvenes que estaban bailando, y todos se volvieron a sus territorios. Edificaron de nuevo las ciudades y se quedaron a vivir en ellas.

24 Los otros israelitas también se fueron. Cada uno volvió a su propio territorio, a su tribu y a su grupo familiar.

25 En aquella época los israelitas todavía no tenían rey, y cada uno hacía lo que le daba la gana.

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Rut

Rut 1

Elimélec y su familia van a Moab

1-2 Esta historia tuvo lugar cuando en el país de Israel todavía no había reyes; sino que al pueblo lo defendían libertadores ocasionales. En esa época no hubo cosechas y la gente no tenía qué comer.

Por eso, una familia del pueblo de Belén, de la región de Judá, se fue a vivir al país de Moab, porque allí sí había comida. El esposo se llamaba Elimélec, la esposa se llamaba Noemí, y los hijos se llamaban Mahlón y Quilión.

3 Poco tiempo después de haber llegado a Moab, Elimélec murió, así que Noemí y sus hijos se quedaron solos.

4-5 Pasó el tiempo, y Mahlón y Quilión se casaron con muchachas de ese país. Una de ellas se llamaba Orfá y la otra, Rut. Pero pasados unos diez años, murieron Mahlón y Quilión, por lo que Noemí quedó desamparada, sin hijos y sin marido.

Noemí y Rut van a Belén

6 Un día, Noemí supo que Dios habíabendecidoal país de Israel, dándole abundantes cosechas.

7 Entonces ella y sus nueras se prepararon para irse a Judá.

8 Todavía no habían caminado mucho cuando Noemí les dijo:

—Mejor regresen a vivir con sus familias. Que Dios las trate bien, como ustedes me han tratado a mí y trataron a mis hijos.

9 Pido a Dios que les permita casarse otra vez y formar un nuevo hogar.

Noemí se despidió de ellas con un beso, pero Orfá y Rut empezaron a llorar y

10 a decirle:

—¡No queremos separarnos de ti! ¡Por favor, déjanos ir contigo y vivir entre tu gente!

11-13 Pero Noemí les contestó:

—¡Váyanse, hijas mías! ¿Para qué van a seguirme? Ya no tengo más hijos para que se casen con ustedes, y ya estoy muy vieja para casarme otra vez. Y aun si hoy mismo pudiera casarme y tuviera hijos muy pronto, ¿estarían ustedes dispuestas a esperarlos hasta que ellos crecieran? ¡No, hijas mías, eso es imposible! Yo estoy sufriendo más que ustedes, pues Dios se ha puesto en mi contra.

14 Al oír esto, las nueras volvieron a llorar amargamente. Por fin Orfá se despidió de su suegra, pero Rut se quedó con ella.

15 Entonces Noemí le dijo a Rut:

—¡Tu cuñada ya regresó a su pueblo y a su dios! ¡Vete con ella!

16 Pero Rut le contestó:

«No me pidas que te deje;

ni me ruegues que te abandone.

Adonde tú vayas iré,

y donde tú vivas viviré.

»Tu pueblo será mi pueblo

y tu Dios será mi Dios.

17 Donde tú mueras moriré,

y allí mismo seré enterrada.

»Que Dios me castigue

si te abandono,

pues nada podrá separarnos;

¡nada, ni siquiera la muerte!»

18 Noemí no insistió más, pues comprendió que Rut había decidido irse con ella.

19 Caminaron y caminaron hasta llegar a Belén. Tan pronto entraron en el pueblo, toda la gente se sorprendió al verlas y se armó un gran alboroto. Las mujeres decían: «¡Miren, pero si es la dulce Noemí!»

20 Y ella les dijo:

«Por favor, ya no me digan dulce, llámenme amarga, porque Dios todopoderoso me ha amargado la vida.

21 Cuando salí de Belén, tenía de todo; ahora que regreso, Dios me ha traído con las manos vacías. ¿Por qué me van a llamar dulce, si Dios todopoderoso está contra mí y me ha hecho sufrir?»

22 Fue así como Noemí regresó del país de Moab, acompañada de su nuera Rut. Cuando llegaron a Belén estaba empezando la cosecha de cebada.

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Rut

Rut 2

Rut trabaja en el campo de Booz

1-2 Pocos días después, Rut le dijo a Noemí:

—Déjame ir a recoger espigas. Seguramente los que cosechan en los campos me dejarán seguirlos para recoger las espigas que vayan quedando.

Noemí le dijo:

—Anda, hija mía.

3 Entonces Rut se fue a un campo de cebada y comenzó a recoger las espigas que dejaban los trabajadores. Sin saberlo, Rut tuvo la buena suerte de ir a trabajar al campo de un familiar de Elimélec, el difunto esposo de Noemí. Ese familiar se llamaba Booz, y además era muy rico y muy importante en Belén.

4 Ocurrió que ese día Booz salió de Belén para vigilar el trabajo en sus campos. Cuando llegó al campo, saludó a los trabajadores:

—¡Que Dios los cuide a todos!

Y ellos respondieron:

—¡Que Dios te sigabendiciendo!

5 Luego Booz le preguntó al jefe de los trabajadores:

—¿Quién es esa muchacha?

6 El jefe contestó:

—Es la muchacha de Moab que vino con Noemí.

7 Me suplicó que la dejara recoger las espigas que se les caen a los trabajadores. Desde que llegó en la mañana, ha estado trabajando duramente, y apenas ahora está tomando un corto descanso en la choza.

8 Booz llamó a Rut y le dijo:

—Oye bien lo que te voy a decir: no vayas a recoger espigas en otros campos; quédate aquí

9 y acompaña a mis trabajadoras. Mira bien por dónde van, y síguelas. Les he ordenado a mis trabajadores que no te molesten. Cuando tengas sed, ve y toma agua de las jarras que ellos han llenado.

10 Entonces Rut, en señal de humildad, se inclinó hasta tocar el suelo con la frente, y le preguntó a Booz:

—¿Por qué es usted tan amable conmigo? ¿Por qué se preocupa tanto por mí, si soy una simple extranjera?

11 Booz le contestó:

—Ya me han contado todo lo que has hecho por tu suegra, después de que murió tu esposo. Sé que dejaste a tu familia y tu país para venir a vivir con nosotros, que somos gente totalmente desconocida para ti.

12 ¡Que Dios te premie por todo lo que has hecho! ¡Que el Dios de Israel, en quien ahora buscas protección, te haga mucho bien!

13 Entonces Rut le dijo a Booz:

—¡Muchas gracias, señor! Usted es muy bueno conmigo y me ha hecho sentir bien, aunque ni siquiera soy como una de sus criadas.

14 A la hora de comer, Booz invitó a Rut y le dijo:

—Ven, acércate; aquí hay pan, salsa y granos tostados.

Rut fue y se sentó a comer junto con todos los demás trabajadores. Comió hasta quedar satisfecha, y hasta le sobró comida para llevarle a su suegra.

15 Cuando Rut regresó a recoger espigas, Booz ordenó a los trabajadores:

—Dejen que Rut también recoja espigas donde están los manojos de cebada.

16 Además, dejen caer espigas de sus propios manojos para que ella las pueda recoger. Y no la molesten.

17 Rut estuvo recogiendo espigas hasta que empezó a oscurecer. Cuando separó el grano de las espigas, se dio cuenta de que había recogido más de veinte kilos de cebada.

18 Tomó la cebada y regresó a Belén para mostrarle a su suegra todo lo que había recogido ese día. También le dio a Noemí la comida que le había quedado. Noemí, entonces preguntó:

19 —¿Dónde estuviste trabajando hoy? ¿Cómo es que pudiste recoger tanta cebada? ¡Qué Dios bendiga mucho a quien tanto te ha ayudado!

Rut le contó a su suegra que había estado trabajando en el campo de un señor llamado Booz.

20 Por eso Noemí le dijo:

—¡Que Dios lo bendiga! ¡Qué bueno es ese hombre con nosotras y con nuestros familiares muertos! Déjame decirte que ese hombre es familiar de mi esposo, y de acuerdo con nuestras leyes tiene el deber de protegernos.

21 Rut añadió:

—Pues él me dijo que podía quedarme a trabajar con las demás trabajadoras hasta que se termine la cosecha de cebada.

22 Entonces Noemí le dijo a Rut:

—¡Qué bueno, hija mía! Quédate a trabajar en el campo de Booz. Y no te alejes de sus trabajadores, para que nadie te moleste.

23 Rut siguió recogiendo espigas con las trabajadoras de Booz hasta que terminó la cosecha de cebada y de trigo. Mientras tanto, vivía con su suegra.

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Rut

Rut 3

Booz trata bien a Rut

1 Un día, Noemí habló con Rut, su nuera:

—Hija mía, me siento obligada a buscarte esposo. Quiero que tengas tu propio hogar y que vivas feliz.

2 ¿Recuerdas lo que te dije acerca de Booz, el dueño del campo donde has estado trabajando? Él es de la misma familia de mi esposo. Escucha bien esto que te voy a decir: Esta noche él va a estar en su campo, separando el grano de la paja.

3 Báñate, perfúmate y ponte tu mejor vestido. Ve al campo donde está Booz trabajando, pero no lo dejes que te vea hasta que termine de comer y beber.

4 Fíjate bien dónde va a acostarse. Cuando ya esté dormido, ve y acuéstate a su lado. Así él sabrá que tú le estás pidiendo su protección, y él mismo te dirá lo que debes hacer.

5 Rut le respondió a su suegra:

—Haré todo lo que tú me mandas.

6 Rut se fue al campo e hizo exactamente lo que Noemí le había mandado.

7 Después de que Booz terminó de comer y beber, se fue a acostar junto al montón de cebada; estaba muy contento. Cuando se quedó dormido, Rut se acercó a él con mucho cuidado, y se acostó a su lado.

8 A medianoche, Booz se despertó de pronto, y al moverse sintió que alguien estaba acostado junto a él.

9 —¿Quién eres? —preguntó Booz.

—Soy Rut, su humilde servidora. Usted es familiar mío y de mi suegra, y las dos necesitamos que usted nos proteja. Quiero pedirle que se case conmigo.

10 —¡Que Dios tebendiga! —dijo Booz—. Veo que eres muy fiel con tu suegra y con tu familia, y que no piensas solo en ti. Me pides que sea yo tu esposo, aunque bien podrías casarte con un hombre más joven que yo.

11 No tengas miedo, Rut; toda la gente de Belén sabe que tú eres una buena mujer. Por eso, voy a hacer lo que me pides.

12 »Ahora bien, es cierto que yo soy familiar de ustedes y que tengo el deber de protegerlas; sin embargo, tienen un familiar todavía más cercano que yo.

13 Por ahora, duérmete tranquila; ya mañana sabremos si él quiere protegerte. Si acepta, no hay problema conmigo; si no acepta, te prometo, en el nombre de Dios, que yo te protegeré. Anda, acuéstate y duerme tranquila.

14 Rut se acostó cerca de Booz, y se durmió. Cuando todavía estaba oscuro, ella se levantó porque Booz no quería que nadie supiera que una mujer había estado en su campo. Pero antes de dejarla ir a Belén,

15 Booz le pidió a Rut que extendiera su capa, y en ella puso más de cuarenta kilos de cebada. Después la ayudó a ponerse la carga en el hombro, y regresó a Belén.

16 Cuando Rut volvió a la casa, Noemí le preguntó:

—¿Cómo te fue, hija mía?

Rut le contó a su suegra todo lo que Booz había hecho por ella,

17 y agregó:

—Booz me dio toda esta cebada y me dijo: “No debes regresar a la casa de tu suegra con las manos vacías”.

18 Entonces Noemí le dijo a Rut:

—Ahora solo tenemos que esperar con paciencia. Estoy segura de que Booz no va a descansar hasta que este asunto se resuelva.

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Rut

Rut 4

Booz se casa con Rut

1 Booz fue a la entrada del pueblo, donde la gente se reunía para tratar asuntos importantes. Poco tiempo después, pasó por allí el otro familiar de Elimélec.

—Oye —gritó Booz—, ven aquí y siéntate; tenemos algo de qué hablar.

2 De inmediato Booz llamó a diez de los hombres más importantes de Belén, y los invitó a sentarse con ellos.

Una vez sentados,

3 Booz le dijo al otro familiar:

—Noemí acaba de regresar de Moab y quiere vender el terreno de nuestro familiar Elimélec.

4 Yo quería que tú supieras esto, y además, pedirte que lo compres, porque tienes el derecho de decidir primero. Delante de estos testigos, dime si quieres comprarlo o no, pues aparte de nosotros dos no hay otro familiar que pueda comprarlo.

Enseguida el otro familiar respondió:

—Sí, lo voy a comprar.

5 Entonces Booz le dijo:

—Si compras el campo, también tendrás que casarte con Rut, la viuda que vino con Noemí desde Moab. Así, cuando nazca el primer niño, él llevará el apellido del difunto esposo de Rut, y el terreno será para él.

6 —¡Ah, entonces no acepto comprarlo! —dijo el otro familiar—. Si lo compro, voy a perder todo ese dinero, y si nacen otros hijos, mis propios hijos recibirán menos herencia. Será mejor que lo compres tú.

7-8 Y siguiendo la costumbre de esa época, el otro familiar se quitó una de sus sandalias, se la dio a Booz y le dijo:

—Toma mi sandalia; esta es la señal de que solo tú podrás comprar el terreno.

9 Luego Booz se dirigió a las personas que estaban allí, y les dijo:

—Ustedes son testigos de que hoy le compro a Noemí todo lo que perteneció a Elimélec y a sus hijos.

10 Además, me voy a casar con Rut, la viuda de Mahlón. Así, el primer niño que nazca heredará el terreno, y se mantendrá el nombre de la familia. Susdescendientesseguirán viviendo en Belén.

11 —Sí, somos testigos —respondieron los que estaban presentes—. Deseamos que Dios le permita a Rut ser como Raquel y Lía, quienes tuvieron muchos hijos, de los cuales descendemos todos los israelitas.

12 Que al casarte con esta joven mujer, tu familia llegue a ser tan grande como la familia de Fares, hijo de Judá y Tamar. Y que tú llegues a ser muy rico en toda Efrata y muy importante en Belén.

Nacimiento de Obed

13 Al poco tiempo Booz se casó con Rut y Dios permitió que ella quedara embarazada.

14 Cuando nació el niño, las mujeres de Belén le decían a Noemí:

«Benditosea Dios que hoy te ha dado un nieto para que cuide de ti. Dios quiera que cuando el niño crezca llegue a ser muy famoso en todo Israel.

15 Él te hará muy feliz, y te cuidará en tu vejez, porque es hijo de tu nuera Rut. Ella vale más que siete hijos, porque te ama mucho y ha sido muy buena contigo».

16 Noemí abrazó al bebé con mucho cariño, y desde ese día se dedicó a cuidarlo.

17 Las vecinas buscaron un nombre para el bebé y lo llamaron Obed; y a todos los amigos les decían: «¡Noemí ya tiene un hijo!»

Obed, abuelo de David

18 Obed creció y fue el padre de Jesé y el abuelo de David.

Esta es la lista de losdescendientesde Fares: Fares,

19 Hesrón, Ram,

20 Aminadab, Nahasón,

21 Salmón, Booz,

22 Obed, Jesé y David.

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1 Samuel

1 Samuel 1

Dios le da un hijo a Ana

1 En Ramá, un pueblo de los cerros de Efraín, vivía un hombre llamado Elcaná. Susantepasadosfueron: Jeroham, Elihú, Tohu y Suf. Todos ellos erandescendientesde Efraín.

2 Elcaná tenía dos esposas: Peniná y Ana. Peniná tenía hijos, pero Ana no tenía ninguno.

3 Cada año Elcaná y su familia salían de su pueblo para ir al santuario de Siló. Allíadorabanal Dios todopoderoso y presentabanofrendasen su honor. Allí también trabajaban dos hijos delsacerdoteElí, llamados Hofní y Finees.

4 Cuando Elcaná presentaba un animal como ofrenda, les daba una parte de la carne a Peniná y a sus hijos.

5 Pero a Ana le daba la mejor parte porque la amaba mucho, a pesar de que Dios no le permitía tener hijos.

6-7 Como Ana no tenía hijos, Peniná se burlaba de ella. Tanto la molestaba que Ana lloraba mucho y ni comer quería. Todos los años, cuando iban al santuario, Peniná la trataba así.

8 En una de esas visitas, Elcaná le preguntó a Ana: «¿Por qué lloras? ¿Por qué no comes? ¿Por qué te afliges? Para ti, es mejor tenerme a mí que tener muchos hijos».

9 Ana dejó de comer, se levantó y se fue a orar al santuario. El sacerdote Elí estaba allí, sentado junto a la puerta.

10 Ana estaba tan triste que no dejaba de llorar. Por eso oró a Dios

11 y le hizo esta promesa:

«Dios todopoderoso, yo soy tu humilde servidora. Mira lo triste que estoy. Date cuenta de lo mucho que sufro; no te olvides de mí. Si me das un hijo, yo te lo entregaré para que te sirva solo a ti todos los días de su vida. Como prueba de que te pertenece, nunca se cortará el cabello».

12-13 Ana oraba a Dios en silencio. Elí la veía mover los labios, pero como no escuchaba lo que decía, pensó que estaba borracha.

14 Por eso le dijo:

—¿No te da vergüenza estar borracha? ¡Deja ya la borrachera!

15-16 Pero Ana le respondió:

—Señor mío, no crea usted que estoy borracha. No he bebido vino ni cerveza. Estoy muy triste, y por eso estoy aquí suplicándole a Dios que me responda.

17 Entonces Elí le contestó:

—Vete tranquila, y que el Dios de Israel te conceda lo que has pedido.

18 Y Ana le dijo:

—¡Usted sí me comprende!

Dicho esto, Ana regresó a comer y dejó de estar triste.

19 A la mañana siguiente, Elcaná y su familia fueron al santuario paraadorara Dios, y después de eso regresaron a su casa en Ramá.

Tiempo después, Elcaná y su esposa Ana tuvieron relaciones sexuales, y Dios permitió

20 que ella quedara embarazada. Cuando nació el niño, Ana le puso por nombre Samuel, porque Dios contestó su oración.

21 Al año siguiente, cuando llegó el tiempo de ir al santuario para presentar la ofrenda acostumbrada, Elcaná fue a Siló con toda su familia para cumplir su promesa.

22 Pero Ana no quiso ir con ellos, y por eso le dijo a su marido:

—Cuando el niño ya pueda comer solo, yo misma lo llevaré al santuario y se lo entregaré a Dios. Allí se quedará a vivir.

23-24 Elcaná le dijo:

—Haz lo que te parezca mejor. Que el niño se quede contigo hasta que pueda comer solo. Y que Dios cumpla su promesa.

Ana se quedó con su hijo, y lo cuidó hasta que el niño comenzó a comer solo. Fue entonces cuando Ana lo llevó al santuario de Siló. También llevó como ofrenda un novillo de tres años, vino y veinte kilos de harina.

25 Después de presentar en el altar al novillo, Ana y su esposo le entregaron el niño al sacerdote Elí.

26 Y Ana le dijo: «Señor mío, hace tiempo yo estuve aquí, orando a Dios.

27 Yo le pedí este niño, y él me lo concedió.

28 Por eso ahora se lo entrego, para que le sirva todos los días de su vida».

Y todos ellos adoraron a Dios.

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1 Samuel

1 Samuel 2

El canto de Ana

1 Entonces Ana dedicó a Dios este canto:

«Dios me ha hecho muy feliz,

Dios me ha dado muchas fuerzas.

Puedo taparles la boca a mis enemigos;

y estoy feliz porque Dios me ha salvado.

2 Nuestro Dios es único.

¡Nadie se le compara!

¡No hay quien pueda protegernos

como nos protege nuestro Dios!

3 ¡Cállense! ¡No sean tan orgullosos!

¡No hablen como la gente presumida!

Dios nos conoce muy bien;

sabe cuándo hacemos lo bueno

y cuándo hacemos lo malo.

4 Dios quita poder a los poderosos,

y da fuerza a los débiles.

5 A los que antes tenían mucha comida,

Dios los hace trabajar para ganarse el pan;

a los que siempre tenían hambre,

hoy los tiene bien alimentados.

La mujer que no tenía hijos

ahora es madre de muchos;

la que tenía muchos hijos,

ahora no tiene ninguno.

6 Dios nos da la vida

y nos trae la muerte.

7 Dios nos hace ricos y nos deja pobres;

nos humilla y nos exalta.

8 Dios saca del basurero al pobre,

y lo hace reinar entre príncipes.

¡Dios es dueño de todo el universo!

9 Dios protege a quienes lo obedecen,

pero los rebeldes mueren angustiados;

¡de nada les sirve su fuerza!

10 Dios destruye a sus enemigos;

desde el cielo lanza truenos contra ellos.

Dios es el juez de todo el mundo.

Al que él pone como rey

le da riqueza y poder».

Samuel y los hijos de Elí

11 Después de esto, Elcaná y su familia regresaron a su casa en Ramá, mientras que el niño Samuel se quedó con elsacerdoteElí para servir a Dios.

12-17 Los hijos de Elí eran muy malos y no respetaban ni obedecían a Dios. Hacían cosas terribles con lasofrendasque la gente llevaba al santuario.

Por ejemplo, laLeyde Dios decía que, al presentar las ofrendas, primero se debía quemar la grasa del animal y luego darle al sacerdote una porción de la carne. Sin embargo, cuando la gente apenas iba a quemar la grasa, venía un sirviente de los hijos de Elí y le decía al que presentaba la ofrenda: «Dame la carne que le toca al sacerdote, para que yo se la prepare. Debo llevarla cruda porque el sacerdote no la quiere ya cocida».

A veces alguien contestaba: «Déjame quemar primero la grasa, y luego te llevarás lo que gustes». Pero el sirviente le respondía: «Si no me la das ahora, me la llevaré por la fuerza».

Muchas veces el sirviente llegaba con un tenedor, lo metía en la olla donde se estaba cocinando la carne, y todo lo que sacaba era para los hijos de Elí.

18 El niño Samuel, por el contrario, servía fielmente a Dios.

Elí bendice a Ana

Samuel se vestía con ropa de lino, como los sacerdotes.

19 Cada año su madre le hacía una túnica pequeña, y se la llevaba cuando iba con su marido a presentar suofrenda.

20 En una de esas ocasiones, Elí bendijo a Elcaná y a Ana y les dijo: «Ya que han puesto a Samuel al servicio de Dios, que Dios les conceda tener más hijos».

21 Y así sucedió. En los años siguientes, Diosbendijoa Ana, y ella tuvo tres hijos y dos hijas.

Mientras tanto, el niño Samuel crecía bajo el cuidado de Dios.

Maldad de los hijos de Elí

22 Elí ya era muy viejo. Cuando se enteró de todo lo que hacían sus hijos con los israelitas, los llamó y

23 les dijo:

«¿Por qué se comportan así? Ya la gente me ha contado todo lo malo que ustedes hacen.

24 Todos en Israel hablan mal de ustedes.

25 Si una persona ofende a otra, Dios puede decidir quién tiene la razón; pero si alguien ofende a Dios, no hay quien pueda defenderlo».

Sin embargo, los hijos de Elí no hicieron caso al regaño de su padre. Además, Dios ya había decidido quitarles la vida.

26 Mientras tanto, el niño Samuel seguía creciendo, y Dios y la gente lo querían mucho.

Un profeta reprende a Elí

27 Dios envió a unprofetapara que le diera este mensaje a Elí:

«Yo me di a conocer a tusantepasadoscuando ellos eran esclavos del rey de Egipto.

28 Entre todas lastribusde Israel, elegí a tu familia para que susdescendientesfueran missacerdotes. Les di el privilegio de ofrecersacrificiosen mi altar, de quemarincienso, de vestir las túnicas sacerdotales y de comer de lasofrendasdel pueblo.

29 ¿Por qué no das importancia a los sacrificios y a las ofrendas que mandé presentar en mi santuario? Tú les das más importancia a tus hijos que a mí. Ellos están cada día más gordos, porque se quedan con lo mejor de las ofrendas que el pueblo me trae.

30 »Yo les había prometido a tu familia y a tus antepasados que siempre serían mis sacerdotes. Pero ya no será así. Yo aprecio a los que me aprecian, pero desprecio a los que me desprecian.

31-33 Viene el día en que toda tu familia perderá importancia; ninguno de tus hijos llegará a viejo. Los pocos que queden como sacerdotes te harán sufrir mucho y también morirán jóvenes. Y tú serás testigo del bien que haré a mi pueblo.

34 »Para que sepas que todo esto sucederá tal como lo he dicho, te daré una señal: Tus dos hijos, Hofní y Finees, morirán el mismo día.

35 »Sin embargo, yo pondré en mi santuario a un sacerdote fiel, que hará todo como a mí me gusta. Haré que su familia viva mucho tiempo, y que sirva al rey que he elegido.

36 »Los pocos que sobrevivan de tu familia se arrodillarán delante del sacerdote fiel, y le suplicarán: “Por favor, denos usted algún trabajo como sacerdotes, para que podamos comer aunque sea un pedazo de pan”».

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1 Samuel 3

Dios llama a Samuel

1-4 En aquellos tiempos, Dios se comunicaba muy pocas veces con la gente y no le daba a nadie mensajes nivisiones. Por su parte, el niño Samuel servía a Dios bajo la dirección de Elí, que ya casi estaba ciego.

Una noche, poco antes de que se apagara la lámpara del santuario, Dios llamó a Samuel por su nombre. Elí y Samuel estaban ya acostados, cada uno en su habitación. Samuel dormía en el santuario, que es donde estaba elcofre del pactode Dios.

—¡Samuel, Samuel! —dijo Dios.

5 Samuel fue corriendo al cuarto de Elí y le dijo:

—Aquí estoy. ¿En qué puedo servirle?

Elí le respondió:

—Yo no te llamé. Anda, vuelve a acostarte.

Samuel fue y se acostó,

6 pero Dios volvió a llamarlo: «¡Samuel, Samuel!» Él se levantó y fue de nuevo a donde estaba Elí.

—Aquí estoy —le dijo. ¿En qué puedo servirle?

Elí le respondió:

—Yo no te llamé, hijo mío. Anda, vuelve a acostarte.

7 Samuel estaba confundido porque aún no conocía la voz de Dios. Esta era la primera vez que Dios le hablaba.

8 Por tercera vez Dios lo llamó: «¡Samuel, Samuel!» Samuel se levantó, fue a donde estaba Elí y le dijo:

—Aquí estoy. ¿En qué puedo servirle?

En ese momento Elí comprendió que era Dios quien llamaba al niño,

9 así que le dijo:

—Anda a acostarte. Si oyes otra vez que te llaman, contesta así: “Dime, Dios mío, ¿en qué puedo servirte?”

Samuel volvió a acostarse,

10 y poco después, Dios mismo se le acercó y lo llamó como antes:

—¡Samuel, Samuel!

Y él contestó:

—Dime, Dios mío, ¿en qué puedo servirte?

11 Dios le dijo:

—Voy a hacer en Israel algo muy terrible. Cuando la gente lo sepa, temblará de miedo.

12 Cumpliré contra la familia de Elí todo lo que he dicho.

13 Él sabía que sus hijos me ofendían gravemente, y no hizo nada para corregirlos. Así que voy a castigar a su familia, y nada ni nadie podrá evitarlo.

14 ¡Juro que ningunaofrendaserá suficiente para que yo les perdone su maldad!

15 Samuel volvió a acostarse y, cuando amaneció, se levantó y abrió las puertas del santuario. Pero no se atrevía a contarle a Elí lavisiónque había tenido.

16 Entonces Elí lo llamó:

—Samuel, hijo mío.

—Aquí estoy —contestó Samuel.

17 Y Elí le preguntó:

—¿Qué te dijo Dios? Cuéntamelo todo. Que Dios te castigue si no me lo dices.

18 Samuel se lo contó todo, sin ocultarle nada, y Elí dijo:

—¡Que se haga la voluntad de Dios! Él es quien manda.

19-21 Samuel seguía creciendo, y Dios lo cuidaba. También le daba mensajes en el santuario de Siló, y Samuel se los comunicaba a todo el pueblo. Todo lo que Dios prometía por medio de Samuel, se cumplía. Por eso en todo Israel, la gente confiaba plenamente en las palabras de Samuel.

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1 Samuel 4

Los filisteos capturan el cofre del pacto

1 Un día, los israelitas salieron a pelear contra los filisteos, y acamparon en Eben-ézer. Los filisteos, por su parte, acamparon en Afec

2 y se organizaron para la batalla. Comenzó el combate y los filisteos derrotaron a los israelitas, matando como a cuatro mil de ellos.

3 Cuando el resto del ejército israelita regresó al campamento, los jefes del pueblo se preguntaban: «¿Por qué dejó Dios que los filisteos nos derrotaran? ¡Vamos a Siló a traer elcofre del pacto! ¡Así Dios nos salvará de nuestros enemigos!»

4 Entonces el pueblo mandó traer de Siló el cofre del pacto, donde el Dios todopoderoso reina entre losquerubines. Los hijos de Elí, Hofní y Finees, venían acompañándolo.

5 Cuando el cofre del pacto llegó al campamento israelita, todo el pueblo gritó tan fuerte que hasta la tierra tembló.

6 Al oír los gritos, los filisteos se preguntaban: «¿Por qué hacen tanto escándalo esos israelitas?»

Cuando los filisteos se enteraron de que los israelitas habían traído elcofre del pactode Dios a su campamento,

7 les dio mucho miedo y algunos decían:

«¡Estamos perdidos! ¡Dios ha llegado al campamento israelita! ¡Esto nunca nos había pasado!

8 Nadie podrá salvarnos de ese Dios tan poderoso. Es el Dios que destruyó en el desierto a los egipcios con toda clase de terribles castigos».

Y otros gritaban:

9 «Filisteos, ¡no se desanimen! Sean valientes. De lo contrario, los israelitas dejarán de servirnos y nosotros pasaremos a ser sus esclavos. ¡Peleen como hombres!»

10 Los filisteos pelearon contra los israelitas y los derrotaron. La matanza fue muy grande, pues mataron a treinta mil soldados israelitas, y el resto del ejército huyó a sus casas.

11 Además, los filisteos capturaron elcofre del pactode Dios y mataron a Hofní y a Finees, hijos de Elí.

Muerte de Elí

12-15 Ese mismo día, un hombre de latribude Benjamín escapó de la batalla y llegó corriendo a Siló. Había roto su ropa y se había echado polvo sobre la cabeza en señal de luto. Cuando entró en la ciudad y le contó a la gente lo que había pasado, todos empezaron a llorar a gritos.

ElsacerdoteElí era ya un anciano de noventa y ocho años, y se había quedado ciego. Estaba sentado en una silla, junto al camino. Esperaba saber, con ansias y temor, qué había pasado con elcofre del pactode Dios. Cuando oyó el griterío, preguntó:

—¿Por qué hay tanto alboroto?

16 Y aquel hombre le dijo:

—Logré escapar del campo de batalla, y acabo de llegar.

—¿Y qué ha pasado, hijo mío? —le preguntó Elí.

17 Y el hombre le contestó:

—Los filisteos nos derrotaron y se llevaron elcofre del pactode Dios. Miles de nuestros hombres han muertos. Tus hijos, Hofní y Finees, también murieron.

18 Como Elí ya era anciano y muy pesado, cuando oyó lo que había sucedido con el cofre, se fue de espaldas, cayó junto a la puerta y se quebró el cuello. Allí murió. Había sidolíderde Israel cuarenta años.

19 La nuera de Elí estaba embarazada y a punto de tener su bebé. Le afectó saber que elcofre del pactode Dios había sido capturado, y que su suegro y Finees, su esposo, habían muerto. Por eso empezó a sentir fuertes dolores, y tuvo a su bebé;

20 eso le causó la muerte.

Antes de que ella muriera, las mujeres que la atendían le dijeron: «Anímate, tuviste un niño».

21-22 Ella no les respondió ni les hizo caso. Solo tuvo tiempo de ponerle a su hijo el nombre de «Icabod», y alcanzó a decir: «Israel ha perdido el cofre. ¡Dios nos ha abandonado!»