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Baruc

Baruc 4

1 »¡Las enseñanzas de Dios

son la sabiduría misma,

y durarán para siempre!

Si las obedeces, vivirás;

si las desobedeces, morirás.

2 »Pueblo de Israel,

¡vuelve a Dios, y acepta su sabiduría!

¡Déjate guiar por su luz!

3 ¡No dejes que otros gocen

de tus privilegios!

¡No pongas tu grandeza

en manos de extranjeros!

4 »Los israelitas somos felices,

pues sabemos lo que Dios quiere.»

Mensaje de consuelo

5 «¡Israelitas, pueblo mío,

den rienda suelta a su alegría!

6 Ustedes hicieron enojar a Dios,

pero él no los destruirá.

Dios los entregó a sus enemigos,

y permitió que los vendieran

a otras naciones,

pero él no los destruirá.

7 »Ustedes ofrecieron sacrificios

a los demonios,

olvidaron a Dios, su creador,

y por eso lo hicieron enojar.

8 Se olvidaron del Dios eterno,

que tuvo cuidado de ustedes,

y le causaron dolor a Jerusalén,

la ciudad que los vio crecer.

9 »Cuando se supo

que Dios iba a castigarlos,

Jerusalén dijo:

“¡Ciudades vecinas, escuchen:

Dios me envió un dolor muy grande!

10 Yo vi cómo el Dios eterno

mandaba presos a mis habitantes.

11 Con alegría los vi crecer,

pero con gran dolor los vi partir.

12-13 Que nadie se alegre al verme

sola y abandonada por todos.

Me quedé sin habitantes

porque ellos pecaron contra Dios

y no obedecieron sus mandamientos.

No permitieron que él les enseñara

cómo vivir en este mundo.

14 Por eso, ¡vengan ciudades vecinas!

¡Recuerden que el Dios eterno

hizo que a mis habitantes

se los llevaran prisioneros!

15 ”Dios hizo que viniera de muy lejos

una nación de malvados

que hablaba otro idioma,

que no respetaba a los ancianos,

ni tenía compasión de los niños.

16 Esos malvados me quitaron

a los que yo tanto quería,

y me dejaron sola y abandonada.

17 Yo nada puedo hacer

para ayudar a mi pueblo.

18 Dios le envió esos males,

y solo él puede librarlo

de sus enemigos.

19 ”¡Marchen, habitantes míos, marchen!

¡Yo me quedaré sola!

20 Ya he guardado los vestidos de fiesta,

y me he puesto la ropa de luto;

cada día de mi vida

pediré a Dios por ustedes.

21 ¡Pueblo mío, ten confianza!

Pídele a Dios que te ayude

y te libre del poder del enemigo.

22 He esperado mucho tiempo

que el Dios eterno los salve.

Y él me dio este consuelo:

Me dijo que muy pronto

les tendrá compasión

y los librará de sus enemigos.

23 ”Cuando salieron de aquí,

los despedí con lágrimas en los ojos;

pero cuando Dios me los devuelva,

tendré gozo y alegría para siempre.

24 Muy pronto las ciudades vecinas

que los vieron irse presos,

verán el poder del Dios eterno

que los traerá de vuelta a su tierra.

25 ”¡Pueblo mío, soporta con valor

el castigo que Dios te ha mandado!

Tus enemigos te persiguieron,

pero pronto serán destruidos,

y quedarán bajo tu poder.

26 ”Querido pueblo,

anduviste por lugares peligrosos.

El enemigo te arrebató,

como el lobo arrebata a las ovejas.

27 ¡No te desanimes, pueblo mío!

Pídele a Dios que te ayude;

es verdad que te castigó,

pero también te salvará.

28 Pueblo mío, busca a Dios

con la misma insistencia

con que te alejaste de él.

29 Es verdad que te castigó,

pero también te regalará

salvación y alegría eterna”.»

30 Baruc continuó diciendo:

«¡Ten ánimo, ciudad de Jerusalén!

Dios te conoce por nombre,

y él mismo te consolará.

31 »¡Qué mal les va a ir

a los que te causaron daño

y se alegraron al verte sufrir!

32 ¡Qué mal les va a ir

a las malvadas ciudades

que esclavizaron a tus habitantes!

»¡Qué mal le va a ir

a la ciudad de Babilonia

que mantuvo presos a tus habitantes!

33 Así como gritó de alegría

por tu desgracia y caída,

así gritará de dolor

cuando quede en ruinas.

34 Dios le quitará el orgullo

de ser una ciudad muy importante;

su orgullo se convertirá en tristeza.

35 El Dios eterno enviará sobre ella

un fuego que arderá por muchos días,

y durante muchos años

solo demonios vivirán en ella.

36-37 »¡Jerusalén,

mira hacia donde sale el sol,

y verás con alegría lo que Dios te trae!

¡Mira, ya vuelven tus habitantes,

los que un día viste partir!

El Dios único los ha reunido;

los ha llamado de todas las naciones

donde estaban prisioneros.

Vienen llenos de felicidad

porque han visto el poder de Dios.

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